CONFESIONES DE FE CETYS
La
Confesión de Fe de Westminster
(Traducción basada en el texto original de 1647 con las enmiendas de 1789, e incluyendo los nuevos capítulos 24, 34 y 35)
Catecismo
Menor de Westminster
Traducción del documento original de 1647
(sin referencias bíblicas)
FRATERNIDAD
REFORMADA ARGENTINA
Prólogo
Confesión de Fe de Westminster
Para la preparación del presente volúmen, tenemos una deuda
de gratitud para con la edición editada por la Iglesia Nacional Presbiteriana
de México y sus autores: Pbro. Mariano Avila Arteaga, A. G. Carlos Sandoval
Bennet y Rev. Donald Lagerwey, de la cual hemos tomado casi textualmente los
Capitulos 1 al 23 y 25 al 33.
Dicha edición estuvo basada en
las traducciones antiguas del Rev. Plutarco Arellano y del Rev. H. C. Thompson.
Contiene el texto completo de la
Confesión de Fe de Westminster según aparecía en su versión original inglesa,
pero incluyendo las importantes enmiendas aprobadas por la Asamblea General de
1789 de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos, además de otras
correcciones menores del texto y las correspondientes citas bíblicas.
Hemos incluido los nuevos
capítulos 34 y 35: "Del Espíritu Santo" y "Del Evangelio del
amor de Dios y las Misiones" los cuales fueron agregados y aprobados por
la mayoría de las iglesias Presbiterianas del continente americano en 1903.
Asimismo, hemos reemplazado el
histórico capítulo 24 "Del Matrimonio y del Divorcio" por una versión
totalmente nueva y aprobada por la mayoría de las iglesias Presbiterianas del
continente americano.
La traducción de los capítulos
24, 34 y 35 estuvo a cargo de R. Robertson y M. Scharenberg.
Catecismo Menor
El presente trabajo pretende
reflejar con fidelidad el texto original en inglés de la Asamblea de
Westminster de 1647.
Se ha basado sobre las
traducciones existentes de Publicaciones El Faro (1985) y El Estandarte de la
Verdad (1972), efectuando las correspondientes correcciones e introduciendo los
textos bíblicos y lenguaje actual según aparecen en la Santa Biblia, Nueva
Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.
La revisión y corrección de las
traducciones estuvo a cargo de R. Robertson y M. Scharenberg.
Buenos Aires, Enero de 2001
INDICE
Parte 1: Confesión de Fe de Westminster
Capítulo 1 De
las Santas Escrituras
Capítulo 2 De
Dios y de la Santisima Trinidad
Capítulo 3 Del
Decreto Eterno de Dios
Capítulo 4 De
la Creacion
Capítulo 5 De
la Providencia
Capítulo 6 De
la caída del hombre, del pecado y su castigo
Capítulo 7 Del
Pacto de Dios con el hombre
Capítulo 8 De
Cristo, el Mediador
Capítulo 9 Del
libre albedrío
Capítulo 10 Del
llamamiento eficaz
Capítulo 11 De
la Justificacion
Capítulo 12 De
la Adopcion
Capítulo 13 La
Santificacion
Capítulo 14 De
la Fe Salvadora
Capítulo 15 Del
Arrepentimiento para Vida
Capítulo 16 De
las Buenas Obras
Capítulo 17 De
la Perseverancia de los Santos
Capítulo 18 De
la Seguridad de la Gracia y de la Salvación
Capítulo 19 De
la Ley de Dios
Capítulo 20 De
la Libertad Cristiana y de la Libertad de Conciencia
Capítulo 21 De
la Adoracion Religiosa del dia de Reposo
Capítulo 22 De
los juramentos y de los votos válidos
Capítulo 23 Del
Magistrado Civil
Capítulo 24 Del
Matrimonio y del Divorcio
Capítulo 25 De
la Iglesia
Capítulo 26 De
la Comunión de los Santos
Capítulo 27 De
los Sacramentos
Capítulo 28 Del
Bautismo
Capítulo 29 De
la Cena del Señor
Capítulo 30 De
la Disciplina Eclesiastica
Capítulo 31 De
los Sinodos y Concilios
Capítulo 32 La
Muerte y la Resurreccion
Capítulo 33 Del
Juicio Final
Capítulo 34 Del
Espíritu Santo
Capítulo 35 Del
Evangelio del amor de Dios y las Misiones
Parte 2: Catecismo Menor de Westminster
Preguntas 1 a 107
Parte 1:
La Confesión de Fe de Westminster
(Traducción basada en el texto original de
1647 con las enmiendas de
1789, e incluyendo los nuevos capítulos 24, 34 y 35)
Capítulo 1
DE LAS SANTAS ESCRITURAS
I.
Aunque la luz de la naturaleza y las obras de
creación y de providencia manifiestan la bondad, sabiduría, y poder de Dios de
tal manera que los hombres quedan sin excusa, (1) sin embargo, no son
suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su voluntad que es
necesario para la salvación; (2) por lo que le agradó a Dios en varios tiempos
y de diversas maneras revelarse a si mismo y declarar su voluntad a su Iglesia;
(3) y además, para conservar y propagar mejor la verdad y para el mayor
consuelo y establecimiento de la Iglesia contra la corrupción de la carne,
malicia de Satanás y del mundo, le agradó dejar esa revelación por escrito, (4)
por todo lo cual las Santas Escrituras son muy necesarias, (5) y tanto más
cuanto que han cesado ya los modos anteriores por los cuales Dios reveló su
voluntad a su Iglesia. (6).
1. Romanos 2:14,15; Romanos 1:19,20; Salmos 19:1-3;
Romanos 1:32 y 2:1 2. 1 Corintios 1:21 y 2:13,14.
3.
Hebreos 1:1.
4.
Lucas 1:3,4;
Romanos 15:4; Mateo 4:4,7,10; Isaias 8:19,20; Proverbios 22:14-21.
5.
2 Timoteo
3:15; 2 Pedro 1:19.
6.
Hebreos
1:1,2.
II.
Bajo el nombre de "Santas Escrituras"
o la Palabra de Dios escrita, se encuentran todos los libros del Antiguo y
Nuevo Testamento, y los cuales son:
Antiguo Testamento:
1.
Génesis
2.
Exodo 3.
Levítico
4.
Números 5.
Deuteronomio
6.
Josué 7.
Jueces 8.
Rut 9.
I Samuel
10. II
Samuel 11. I
Reyes 12. II
Reyes 13. I
Crónicas Nuevo Testamento: |
14.
II Crónicas
15.
Esdras 16.
Nehemías
17.
Ester 18.
Job 19.
Salmos 20.
Proverbios
21.
Eclesiastés
22.
Cantares
23. Isaías 24. Jeremías 25. Lamentaciones 26. Ezequiel |
27. Daniel
28. Oseas
29. Joel
30. Amós
31. Abdias
32. Jonás
33. Miqueas
34. Nahum
35. Habacuc
36. Sofonías
37. Hageo
38. Zacarías
39. Malaquías
|
1. Mateo 2. Marcos 3. Lucas 4. Juan 5. Hechos 6. Romanos 7. 1
Corintios 8. 2
Corintios 9. Gálatas
|
10. Efesios 11. Filipenses 12. Colosenses 13. 1
Tesalonicenses 14. 2
Tesalonicenses 15. 1
Timoteo 16. 2
Timoteo 17. Tito 18. Filemon
27 |
19. Hebreos
20. Santiago
21. 1
Pedro 22. 2
Pedro 23. 1
Juan 24. 2
Juan 25. 3
Juan 26. Judas
27.Apocalipsis |
Todos estos fueron dados por inspiración de Dios para que
sean la regla de fe y de conducta. (1)
1. Lucas
16:29,31; Efesios 2:20; Apocalipsis 22:18,19; 2 Timoteo 3:16.
III.
Los libros comúnmente llamados Apócrifos, por no
ser de inspiración divina, no forman parte del Canon de las Santas Escrituras,
y por lo tanto no son de autoridad para la Iglesia de Dios, ni deben aceptarse
ni usarse sino de la misma manera que otros escritos humanos. (1)
1. 2 Pedro
1:21; Romanos 3:2; Lucas 24:27,44.
IV.
La autoridad de las Santas Escrituras, por la
que ellas deben ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún
hombre o iglesia, sino exclusivamente del testimonio de Dios (quien en si mismo
es la verdad), el autor de ellas; y deben ser creídas, porque son la Palabra de
Dios. (1).
1. 2 Pedro
1:19,21; 2 Timoteo 3:16; 1 Juan 5:9; 1 Tesal. 2:13.
V.
El testimonio de la Iglesia puede movernos e
inducirnos a tener para las Santas Escrituras una estimación alta y
reverencial; (1) a la vez que el carácter celestial del contenido de la Biblia,
la eficacia de su doctrina, la majestad de su estilo, la armonía de todas sus
partes, el fin que se propone alcanzar en todo el (que es el de dar toda gloria
a Dios), el claro descubrimiento que hace del único modo por el cual puede
alcanzar la salvación el hombre y las muchas otras incomparables excelencias y
su entera perfección son todos argumentos por los cuales la Biblia demuestra
abundantemente que es la Palabra de Dios. Sin embargo, nuestra persuasión y
completa seguridad de que su verdad es infalible y su autoridad divina proviene
de la obra del Espíritu Santo, quien da testimonio a nuestro corazón con la
palabra divina y por medio de ella. (2)
1. 1 Timoteo 3:15.
2. 1 Juan 2:20,27; Juan 16:13,14; 1 Corintios 2:10,11;
Isaías 59:21.
VI.
El consejo completo de Dios tocante a todas las
cosas necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida del
hombre, está expresamente expuesto en las Escrituras, o se puede deducir de
ellas por buena y necesaria consecuencia, y, a esta revelación de su voluntad,
nada ha de añadirse, ni por nuevas relaciones del Espíritu, ni por las
tradiciones de los hombres. (1) Sin embargo, confesamos que la iluminación
interna del Espíritu de Dios es necesaria para que se entiendan de una manera
salvadora las cosas reveladas en la Palabra, (2) y que hay algunas
circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno de la iglesia,
comunes a las acciones y sociedades humanas, que deben arreglarse conforme a la
luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, pero guardando siempre las
reglas generales de la Palabra que han de observarse siempre. (3)
1. 2 Timoteo 3:15-17; Gálatas 1:8,9; 2 Tes. 2:2.
2. Juan 6:45; 1 Corintios 2:9-12.
3. 1 Corintios 11:13,14, y 14:26,40.
VII.
Las cosas contenidas en las Escrituras, no todas
son igualmente claras ni se entienden con la misma facilidad por todos; (1) sin
embargo, las cosas que necesariamente deben saberse, creerse y guardarse para
conseguir la salvación, se proponen y declaran en uno u otro lugar de las
Escrituras, de tal manera que no solo los eruditos, sino aún los que no lo son,
pueden adquirir un conocimiento suficiente de tales cosas por el debido uso de
los medios ordinarios. (2)
1. 2 Pedro 3:16.
2. Salmo 119:105,130.
VIII. El
Antiguo Testamento se escribió en hebreo, (que era el idioma común del pueblo
de Dios antiguamente), y el Nuevo Testamento en griego, (que en el tiempo en
que fue escrito era el idioma más conocido entre las naciones). En aquellas
lenguas fueron inspirados directamente por Dios, y guardados puros en todos los
siglos por su cuidado y providencia especiales, (1) y por eso son auténticos.
Por esta razón debe apelarse finalmente a los originales en esos idiomas en
toda controversia. (2) Como estos idiomas originales no se conocen por todo el
pueblo de Dios, el cual tiene el derecho de poseer las Escrituras y gran
interés de ellas, a las que según el mandamiento debe leer y escudriñar en el
temor de Dios, (3) por lo tanto la Biblia debe ser traducida a la lengua vulgar
de toda nación a donde sea llevada, (4) para que morando abundantemente la
Palabra de Dios en todos, puedan adorar a Dios de una manera aceptable (5) y
para que por la paciencia y consolación de las Escrituras, tengan esperanza.
(6)
1. Mateo 5:18.
2. Isaías 8:20; Hechos 15:15.
3. Juan 5:39,46.
4. 1 Corintios 14:6,9,11,12,24,27,28.
5. Colosenses 3:16.
6. Romanos 15:4.
IX.
La regla infalible para interpretar la Biblia,
es la Biblia misma, y por tanto, cuando hay dificultad respecto al sentido
verdadero y pleno de un pasaje cualquiera (cuyo significado no es múltiple,
sino uno solo), éste se debe buscar y establecer por otros pasajes que hablen
con más claridad del asunto. (1)
1. Hechos
15:15,16; 2 Pedro 1:20,21.
X.
El Juez Supremo por el cual deben decidirse
todas las controversias religiosas, todos los decretos de los concilios, las
opiniones de los hombres antiguos, las doctrinas de hombres y de espíritus
privados, y en cuya sentencia debemos descansar, no es ningún otro más que el
Espíritu Santo que habla en las Escrituras.
(1)
1. Mateo 22:29,31; Efesios 2:20 con Hechos 28:25.
Capítulo 2
DE DIOS Y DE LA SANTISIMA TRINIDAD
I.
No hay sino un solo Dios, (1) el único viviente
y verdadero, (2) quien es infinito en su ser y perfecciones; (3) espíritu
purísimo, (4) invisible, (5) sin cuerpo, miembros (6) o pasiones; (7)
inmutable, (8) inmenso, (9) eterno, (10) incomprensible, (11) todopoderoso,
(12) sabio, (13) santo, (14) libre, (15) absoluto, (16) que hace todas las
cosas según el consejo de su propia voluntad, que es inmutable y justisima (17)
y para su propia gloria. (18) También Dios es amoroso, (19) benigno y
misericordioso, paciente, abundante en bondad y verdad, perdonando toda
iniquidad, transgresión y pecado, (20) galardonador de todos los que le buscan
con diligencia, (21) y sobre todo muy justo y terrible en sus juicios, (22) que
odia todo pecado (23) y que de ninguna manera dará por inocente al culpable,
(24).
1. Deuteronomio 6:4; 1 Corintios 8:4,6.
2. 1 Tesalonicenses 1:9; Jeremías 10:10.
3. Job 11:7-9 y 26:14.
4. Juan 4:24.
5. 1 Timoteo 1:17.
6. Deuteronomio 4:15,16; Lucas 24:39; Juan 4:24.
7. Hechos 14:11,15.
8. Santiago 1:17; Malaquías 3:6.
9. 1 Reyes 8:27; Jeremías 23:23,24.
10. Salmos 90:2; 1 Timoteo 1:17.
11. Salmos 145:3.
12. Génesis 17:1; Apocalipsis 4:8.
13. Romanos 16:27.
14. Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8.
15. Salmos 115:3.
16. Exodo 3:14.
17. Efesios 1:11.
18. Proverbios 16:4; Romanos 11:36.
19. 1 Juan 4:8,16.
20. Exodo 34:6,7.
21. Hebreos 11:6.
22. Nehemías 9:32,33.
23. Salmos 5:5,6.
24. Nehemías 1:2,3; Exodo 34:7.
II.
Dios posee en si mismo y por si mismo toda vida,
(1) gloria, (2) bondad (3) y bienaventuranza; (4) es suficiente en todo, en si
mismo y respecto a si mismo, no teniendo necesidad de ninguna de las criaturas
que El ha hecho, (5) ni derivando ninguna gloria de ellas, (6) sino que
solamente manifiesta su propia gloria en ellas, por ellas, hacia ellas y sobre
ellas. El es la única fuente de todo ser, de quien, por quien y para quien son
todas las cosas, (7) teniendo sobre ellas el más soberano dominio, y, haciendo
por ellas, para ellas y sobre ellas toda su voluntad. (8) Todas las cosas están
abiertas y manifiestas delante de su vista; (9) su conocimiento es infinito,
infalible e independiente de toda criatura, (10) de modo que para El no hay
ninguna cosa contingente o incierta. (11) Es santisimo en todos sus consejos,
en todas sus obras y en todos sus mandatos. (12) A El son debidos todo culto,
adoración, servicio y obediencia que tenga a bien exigir de los ángeles, de los
hombres y de toda criatura.
(13)
1. Juan 5:26
2. Hechos 7:2
3. Salmos 119:68
4. 1 Timoteo 6:15; Romanos 9:5
5. Hechos 17:24,25
6. Job 22:2,3
7. Romanos 11:36
8. Apocalipsis 4:11; Daniel 4:25,35; 1 Timoteo 6:15
9. Hebreos 4:13
10. Romanos 11:33,34; Salmos 147:5
11. Hechos 15:18; Ezequiel 11:5
12. Salmos 145:17; Romanos 7:12
13. Apocalipsis 5:12-14
III.
En la unidad de la Divinidad hay tres personas
de una sustancia, poder y eternidad; Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu
Santo. (1) El Padre no es engendrado ni procede de nadie; el Hijo es
eternamente engendrado del Padre, (2) y el Espíritu Santo procede eternamente
del Padre y del Hijo. (3)
1. 1 Juan 5:7; Mateo 3:16,17 y 28:19; 2 Corintios 13:14.
2. Juan 1:14,18.
3. Juan 15:26; Gálatas 4:6.
Capítulo 3
DEL DECRETO ETERNO DE DIOS
I.
Dios desde la eternidad, por el sabio y santo
consejo de su voluntad, ordeno libre e inalterablemente todo lo que sucede. (1)
Sin embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni es autor del pecado (2), ni
hace violencia al libre albedrío de sus criaturas, ni quita la libertad ni
contingencia de las causas secundarias, sino más bien las establece. (3)
1. Efesios 1:11; Romanos 11:33, 9:15,18; Hebreos 6:17.
2. Santiago 1:13,17; 1 Juan 1:5.
3. Hechos 2:23; 4:27-28; Mateo 17:12; Juan 19:11;
Proverbios 16:33.
II.
Aunque Dios sabe todo lo que puede suceder en
toda clase de supuestas condiciones, (1) sin embargo, nada decreto porque lo
preveía como futuro o como cosa que sucedería en circunstancias dadas.(2)
1. Hechos 15:18; 1 Samuel 23:11-12; Mateo 11:21,23 .
2. Romanos 9:11,13,16,18.
III.
Por el decreto de Dios, para la manifestación de
su propia gloria, algunos hombres y ángeles (1) son predestinados a vida
eterna, y otros preordenados a muerte eterna.
(2)
1. 1 Timoteo 5:21; Mateo 25:41.
2. Romanos 9:22-23; Efesios 1:5-6; Proverbios 16:4.
IV.
Estos hombres y ángeles así predestinados y
preordenados están designados particular e inalterablemente, y su número es tan
cierto y definido que ni se puede aumentar ni disminuir. (1)
1. 2 Timoteo
2:19; Juan 13:18.
V.
A aquellos que Dios ha predestinado para vida
desde antes que fuesen puestos los fundamentos del mundo, conforme a su eterno
e inmutable propósito y al consejo y beneplácito secreto de su propia voluntad,
los ha escogido en Cristo para la gloria eterna. (1) Dios los ha predestinado
por su libre gracia y puro amor, sin previsión de su fe o buenas obras, de su
perseverancia en ellas o de cualquiera otra cosa en la criatura como
condiciones o causas que le muevan a predestinarlos; (2) y lo ha hecho todo
para alabanza de su gloriosa gracia. (3)
1. Efesios 1:4,9,11; Romanos 8:30; 2 Timoteo 1:9; 1
Tesal. 5:9.
2. Romanos 9:11,13,16; Efesios 1:4,9.
3. Efesios 1:6,12.
VI.
Así como Dios ha designado a los elegidos para
la gloria, de la misma manera, por el propósito libre y eterno de su voluntad,
ha preordenado también los medios para ello. (1) Por tanto, los que son
elegidos, habiendo caído en Adán, son
redimidos por Cristo, (2) y en debido tiempo eficazmente
llamados a la fe en Cristo por el Espíritu Santo; son justificados, adoptados,
santificados, (3) y guardados por su poder, por medio de la fe, para salvación,
(4) Nadie más será redimido por Cristo, eficazmente llamado, justificado,
adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos. (5)
1. 1 Pedro 1:2; Efesios 1:4,5; 2:10; 2 Tesal. 2:13.
2. 1 Tesal. 5:9,10; Tito 2:14.
3. Romanos 8:30; Efesios 1:5; 2 Tesal. 2:13.
4. 1 Pedro 1:5.
5. Juan 17:9; Romanos 8:28-39; Juan 6:64,65; 8:47 y
10:26; 1 Juan 2:19.
VII.
Respecto a los demás hombres, Dios ha permitido,
según el consejo inescrutable de su propia voluntad, por el cual otorga su
misericordia o deja de hacerlo según quiere, para la gloria de su poder
soberano sobre todas las criaturas, pasarles por alto y ordenarlos a deshonra y
a ira a causa de sus pecados, para alabanza de la justicia gloriosa de Dios.
(1)
1. Mateo
11:25,26; Romanos 9:17,18,21,22; 2 Timoteo 2:19,20; Judas 4; 1 Pedro 2:8.
VIII. La
doctrina de este alto misterio de la predestinación debe tratarse con especial
prudencia y cuidado, (1) para que los hombres al atender la voluntad de Dios
revelada en su Palabra, y al ceder obediencia a ella, puedan por la certeza de
su llamamiento eficaz estar seguros de su elección eterna. (2) De esta manera
esta doctrina proporcionará motivos de alabanza, reverencia y admiración a
Dios; (3) y humildad, diligencia y abundante consuelo a todos los que
sinceramente obedecen al evangelio.
(4)
1. Romanos 9:20 y 11:33; Deuteronomio 29:29.
2. 2 Pedro 1:10.
3. Efesios 1:6; Romanos 11:33.
4. Romanos 11:5,6,20 y 8:33; Lucas 10:20; 2 Pedro 1:10.
Capítulo 4
DE LA CREACION
I.
Agrado a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, (1)
para la manifestación de la gloria de su poder, sabiduría y bondad eternas, (2)
crear o hacer de la nada, en el principio, el mundo y todas las cosas que en él
están, ya sean visibles o invisibles, en el lapso de seis días, y todas muy
buenas. (3)
1. Hebreos 1:2; Juan 1:2,3; Génesis 1:2; Job 26:13 y
33:4.
2. Romanos 1:20; Jeremías 10:12; Salmo 104:24; Salmo
33:5,6.
3. (Génesis 1); Hebreos 11:3; Colosenses 1:16; Hechos
17:24.
II.
Después que Dios hubo creado todas las demás
criaturas, creo al hombre, varón y hembra, (1) con alma racional e inmortal,
(2) dotados de conocimiento, rectitud y santidad verdadera, a la imagen de
Dios, (3) teniendo la ley de Dios escrita en su corazón, (4) y capacitados para
cumplirla; (5) sin embargo, con la posibilidad de que la transgredieran dejados
a su libre albedrío que era mutable. (6) Además de esta ley escrita en su
corazón, recibieron el mandato de no comer del árbol de la ciencia del bien y del
mal, y mientras guardaron este mandamiento, fueron felices, gozando de comunión
con Dios, (7) y teniendo dominio sobre las criaturas. (8)
1. Génesis 1:27.
2. Génesis 2:7 con Eclesiastés 12:7 y Lucas 23:43; Mateo
10:28.
3. Génesis 1:26; Colosenses 3:10; Efesios 4:24.
4. Romanos 2:14,15.
5. Eclesiastés 7:29.
6. Génesis 3:6; Eclesiastés 7:29.
7. Génesis 2:17; 3:8-11,23.
8. Génesis 1:26,28.
Capítulo 5
DE LA PROVIDENCIA
I.
Dios, el Gran Creador de todo, sostiene, (1)
dirige, dispone, y gobierna a todas las criaturas, acciones y cosas, (2) desde
la más grande hasta la más pequeña, (3) por su sabia y santa providencia, (4)
conforme a su presciencia infalible (5) y al libre e inmutable consejo de su
propia voluntad, (6) para la alabanza de la gloria de su sabiduría, poder,
justicia, bondad y misericordia. (7)
1. Hebreos 1:3.
2. Daniel 4:34,35; Salmos 135:6; Hechos 17:25,26,28; Job
38,39,40 y 41 3. Mateo 10:29,30,31.
4. Proverbios 15:3; Salmos 145:17 y 104:24.
5. Hechos 15:18; Salmos 94:8-11.
6. Efesios 1:11; Salmos 33:10,11.
7. Efesios 3:10; Romanos 9:17; Salmos 145:7; Isaías
63:14; Génesis 45:7.
II.
Aunque con respecto a la presciencia y decreto
de Dios, quien es la primera, todas las cosas sucederán inmutable e
infaliblemente, (1) sin embargo, por la misma providencia las ha ordenado de
tal manera, que sucederán conforme a la naturaleza de las causas secundarias,
sea necesaria, libre o contingentemente. (2)
1. Hechos 2:23.
2. Génesis 8:22; Jeremías 31:35; Exodo 21:13 con
Deuteronomio 19:5; 1 Reyes 22:28,34; Isaías 10:6,7.
III.
Dios en su providencia ordinaria hace uso de
medios; (1) a pesar de esto, El es libre para obrar sin ellos, (2) sobre ellos
(3) y contra ellos, según le plazca. (4)
1. Hechos 27:31,44; Oseas 2:21,22.
2. Oseas 1:7; Mateo 4:4; Job 34:10.
3. Romanos 4:19-21.
4. 2 Reyes 6:6; Daniel 3:27.
IV.
El poder todopoderoso, la sabiduría inescrutable
y la bondad infinita de Dios se manifiestan en su providencia de tal manera,
que esta se extiende aún hasta la primera caída y a todos los otros pecados de
los ángeles y de los hombres, (1) y esto no solo por un mero permiso, (2) sino
que los ha unido a ella con la más sabia y poderosa atadura, (3) ordenándolos y
gobernándolos en una administración múltiple para sus propios fines santos; (4)
pero de tal modo, que lo pecaminoso procede solo de la criatura, y no de Dios,
quien siendo justisimo y santisimo, no es, ni puede ser autor o aprobador del
pecado. (5)
1. Romanos 11:32-34; 2 Samuel 24:1; 1 Crónicas 21:1; 1
Reyes 22:22,23; 1 Crónicas 10:4,13,14: 2 Samuel 16:10; Hechos 2:23; Hechos
4:27,28.
2. Hechos 14:16.
3. Salmos 76:10; 2 Reyes 19:28.
4. Génesis 1:20; Isaías 10:6,7,12.
5. 1 Juan 2:16; Salmos 50:21; Santiago 1:13,14,17.
V.
El todo sabio, justo y benigno Dios, a menudo
deja por algún tiempo a sus hijos en las tentaciones multiformes y en la
corrupción de sus propios corazones, a fin de disciplinarlos por sus pecados anteriores
o para descubrirlos la fuerza oculta de la corrupción y el doblez de sus
corazones, para que sean humildes; (1) y para infundir en ellos el sentimiento
de una dependencia de apoyo más íntima y constante en El, y para hacerles más
precavidos contra todas las ocasiones futuras del pecado, y para otros muchos
fines santos y justos. (2)
1. 2 Crónicas 32:25,26,31; 2 Samuel 24:1.
2. 2 Corintios 12:7-9; Salmos 73; 77:1,10,12; Marcos
14:66-72 con Juan 21:15-17.
VI.
En cuanto a aquellos hombres malvados e impíos a
quienes Dios como juez justo ha cegado y endurecido a causa de sus pecados
anteriores, (1) no solo les niega su gracia por la cual podrían haber alumbrado
sus entendimientos y obrado en sus corazones, (2) sino también algunas veces
les retira los dones que ya tenían, (3) y los expone a cosas como su
corrupción, que da ocasión al pecado, (4) y a la vez les entrega a sus propias
concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al poder de Satanás; (5) por
tanto sucede que se endurecen aún bajo los mismos medios que Dios emplea para
suavizar a los demás.
1. Romanos 1:24,26,28 y 11:7,8.
2. Deuteronomio 29:4.
3. Mateo 13:12; Mateo 25:29.
4. Deuteronomio 2:30; 2 Reyes 8:12,13.
5. Salmos 81:11,12; 2 Tesalonicenses 2:10-12.
6. Exodo 7:3; Exodo 8:15,32; 2 Corintios 2:15,16; Isaías
8:14; 1 Pedro 2:7,8; Isaías 6:9,10 con Hechos 28:26,27.
VII.
Así como la providencia de Dios alcanza, en
general a todas las criaturas, así también de un modo especial cuida a su
Iglesia y dispone todas las cosas para el bien de ella. (1)
1. 1 Timoteo
4:10; Amos 9:8,9; Romanos 8:28; Isaías 43:3-5,14.
Capítulo 6
DE LA CAIDA DEL HOMBRE, DEL PECADO Y DE SU CASTIGO
I.
Nuestros primeros padres, seducidos por la
sutileza y tentación de Satanás, pecaron al comer del fruto prohibido. (1)
Quiso Dios, conforme a su sabio y santo propósito, permitir este pecado
habiendo propuesto ordenarlo para su propia gloria. (2)
1. Génesis 3:13; 2 Corintios 11:3.
2. Romanos 11:32.
II.
Por este pecado cayeron de su rectitud original
y perdieron la comunión con Dios, (1) y por tanto quedaron muertos en el
pecado, (2) y totalmente corrompidos en todas las facultades y partes del alma
y del cuerpo. (3)
1. Génesis 3:6-8; Eclesiastés 7:29; Romanos 3:23.
2. Génesis 2:17; Efesios 2:1.
3. Tito 1:15; Génesis 6:5; Jeremías 17:9; Romanos
3:10-18.
III.
Siendo ellos el tronco de la raza humana, la
culpa de este pecado les fue imputada, (1) y la misma muerte en el pecado y la
naturaleza corrompida se transmitieron a la posteridad que desciende de ellos
según la generación ordinaria. (2)
1. Hechos 17:26 con Romanos 5:12, 15-19 y 1 Corintios
15:21,22,49; Génesis 1:27,28; Génesis 2:16,17.
2. Salmos 51:5; Génesis 5:3; Job 14:4 y 15:14.
IV.
De esta corrupción original, por la cual estamos
completamente impedidos, incapaces y opuestos a todo bien, (1) y enteramente
inclinados a todo mal, (2) proceden todas nuestras transgresiones actuales. (3)
1. Romanos 5:6, 8:7 y 7:18; Colosenses 1:21.
2. Génesis 6:5; Génesis 8:21; Romanos 3:10-12.
3. Santiago 1:14,15; Mateo 15:19; Efesios 2:2,3.
V.
Esta corrupción de naturaleza permanece durante
esta vida en aquellos que son regenerados; (1) y, aun cuando sea perdonada y
amortiguada por medio de la fe en Cristo, sin embargo, ella, y todos los
efectos de ella, son verdadera y propiamente pecado. (2)
1. 1 Juan 1:8,10; Romanos 7:14,17,18,23; Santiago 3:2;
Proverbios 20:9; Eclesiastés 7:20.
2. Romanos 7:5,7,8,25; Gálatas 5:17.
VI.
Todo pecado, ya sea original o actual, siendo
una transgresión de la justa ley de Dios y contrario a ella, (1) por su propia
naturaleza trae culpabilidad sobre el pecador, (2) por lo que este queda bajo
la ira de Dios, (3) y de la maldición de la ley, (4) y por lo tanto sujeto a la
muerte, (5) con todas las miserias espirituales, (6) temporales (7) y eternas.
(8)
1. 1 Juan 3:4.
2. Romanos 2:15; Romanos 3:9,19.
3. Efesios 2:3.
4. Gálatas 3:10.
5. Romanos 6:23.
6. Efesios 4:18.
7. Lamentaciones 3:39; Romanos 7:20.
8. Mateo 25:41; 2 Tesalonisenses 1:9.
Capítulo 7
DEL PACTO DE DIOS CON EL HOMBRE
I.
La distancia entre Dios y la criatura es tan
grande, que aún cuando las criaturas racionales le deben obediencia como a su
Creador, sin embargo, ellas no podrán nunca tener plenitud con El como su
bienaventuranza o galardón, si no es por alguna condescendencia voluntaria por
parte de Dios, habiéndole placido a Este expresarla por medio de su pacto. (1)
1. Job 9:32,33; Salmos 113:5,6; Hechos 17:24,25; Isaías
40:13-17; 1 Samuel 2:25; Salmos 100:2,3; Job 22:2,3; Job 35:7,8; Lucas 17:10.
II.
El primer pacto hecho con el hombre fue un pacto
de obras, (1) en el que se prometía la vida a Adán, y en éste a su posteridad,
(2) bajo la condición de una obediencia personal perfecta. (3)
1. Gálatas 3:12.
2. Romanos 10:5; 5:12-20.
3. Génesis 2:17; Gálatas 3:10.
III.
El hombre, por su caída, se hizo incapaz para la
vida que tenía mediante aquel pacto, por lo que agrado a Dios hacer un segundo
pacto, (1) llamado comúnmente el Pacto de gracia, según el cual Dios ofrece
libremente a los pecadores vida y salvación por Cristo, exigiéndoles la fe en
EL para que puedan ser salvos, (2) y prometiendo dar su Espíritu Santo a todos
aquellos que ha ordenado para vida, dándoles así voluntad y capacidad para
creer.(3)
1. Gálatas 3:21; Romanos 8:3; Romanos 3:20,21; Isaías
42:6; Génesis 3:15.
2. Marcos 16:15,16; Juan 3:16; Romanos 10:6;9; Gálatas
3:11.
3. Ezequiel 36:26,27; Juan 6:44,45.
IV.
Este pacto de gracia se propone con frecuencia
en las Escrituras con el nombre de un testamento, con referencia a la muerte de
Jesucristo el testador, y a la herencia eterna con todas las cosas que a ésta
pertenecen y están legadas en este pacto. (1)
1. Hebreos
9:15-17 y 7:22; Lucas 22:20; 1 Corintios 11:25.
V.
Este pacto era ministrado de un modo diferente
en el tiempo de la ley y en el del Evangelio. (1) Bajo la ley se ministraba por
promesas, profecías, sacrificios, la circuncisión, el cordero pascal y otros
tipos y ordenanzas entregados al pueblo judío; y todos señalaban al Cristo que
había de venir, y (2) eran suficientes y eficaces en aquel tiempo por la
operación del Espíritu Santo, para instruir y edificar a los elegidos en fe en
el Mesías prometido, (3) por quien tenían plena remisión de pecado y salvación
eterna. A este pacto se le llama el Antiguo Testamento. (4)
1. 2 Corintios 3:6-9.
2. Hebreos caps. 8, 9 y 10; Romanos 4:11; Colosenses
2:11,12; 1 Corintios 5:7.
3. 1 Corintios 10:1-4; Hebreos 11:13; Juan 8:56.
4. Gálatas 3:7,8,9,14.
VI.
Bajo el Evangelio, cuando Cristo la sustancia
fue manifestado, (1) las ordenanzas por las cuales se ministra este pacto son:
la predicación de la Palabra, la administración de los sacramentos del Bautismo
y de la Cena del Señor; (2) y aún cuando son menos en número y ministradas con
más sencillez y menos gloria exterior, sin embargo, en ellas el pacto se
muestra a todas las naciones, así a los judíos como a los gentiles, (3) con más
plenitud, evidencia y eficacia espiritual, (4) y se le llama el Nuevo
Testamento. (5) Con todo, no hay dos pactos de gracia diferentes en sustancia,
sino uno y el mismo bajo diversas dispensaciones. (6)
1. Colosenses 2:17.
2. Mateo 28:19,20; 1 Corintios 11:23-25.
3. Mateo 28:19; Efesios 2:15-19.
4. Hebreos 12:22-27; Jeremías 31:33,34.
5. Lucas 22:20.
6. Gálatas 3:14,16; Hechos 15:11; Romanos 3:21,22,23 y
30; Salmos 32:1 con Romanos 4:3,6,16,17,23 y 24; Hebreos 13:8.
Capítulo 8
DE CRISTO, EL MEDIADOR
I.
Agrado a Dios en su propósito eterno, escoger y
ordenar al Señor Jesús, su unigénito Hijo, para que fuera el Mediador entre
Dios y el hombre; (1) Profeta, (2) Sacerdote (3) y Rey; (4) el Salvador y
Cabeza de su Iglesia; (5) el Heredero de todas las cosas, (6) y Juez de todo el
mundo; (7) desde la eternidad le dio Dios un pueblo que fuera su simiente (8) y
para que, a debido tiempo, lo redimiera, llamara, justificara, santificara y
glorificara. (9)
1. Isaías 42:1; 1 Pedro 1:19,20; Juan 3:16; 1 Timoteo
2:5.
2. Hechos 3:22.
3. Hebreos 5:5,6.
4. Salmos 2:6; Lucas 1:33.
5. Efesios 5:23.
6. Hebreos 1:2.
7. Hechos 17:31.
8. Juan 17:6; Salmos 22:30; Isaías 53:10.
9. 1 Timoteo 2:6; Isaías 55:4,5; 1 Corintios 1:30.
II.
El Hijo de Dios, la segunda persona de la
Trinidad, siendo verdadero y eterno Dios, igual y de una sustancia con el
Padre, habiendo llegado la plenitud del tiempo, tomo sobre si la naturaleza
humana (1) con todas sus propiedades esenciales y con sus debilidades comunes,
mas sin pecado. (2) Fue concebido por el poder del Espíritu Santo en el vientre
de la virgen María, de la sustancia de ella. (3) Así que, dos naturalezas
completas, perfectas y distintas, la divina y humana, se unieron
inseparablemente en una persona, pero sin conversión composición o confusión
alguna. (4) Esta persona es verdadero Dios y verdadero hombre, un solo Cristo,
el único mediador entre Dios y el hombre (5).
1. Juan 1:1,14; 1 Juan 5:20; Filipenses 2:6; Gálatas 4:4.
2. Hebreos 2:14,16,17 y 4:15.
3. Lucas 1:27,31,35; Gálatas 4:4.
4. Lucas 1:35; Colosenses 2:9; Romanos 9:5; 1 Timoteo
3:16; 1 Pedro 3:18.
5. Romanos 1:3,4; 1 Timoteo 2:5.
III.
El Señor Jesús, en su naturaleza humana unida
así a la divina, fue ungido y santificado con el Espíritu Santo sobre toda
medida, (1) y posee todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, (2)
pues agrado al Padre que en él habitase toda plenitud, (3) a fin de que siendo
santo, inocente, inmaculado, lleno de gracia y de verdad, (4) fuese del todo
apto para desempeñar el oficio de un mediador y fiador. (5) Cristo no tomo por
si mismo este oficio, sino que fue llamado para ello por su Padre, (6) quien
puso en sus manos todo juicio y poder, y le mando que desempeñara tal oficio.
(7)
1. Salmos 45:7; Juan 3:34.
2. Colosenses 2:3.
3. Colosenses 1:19.
4. Hebreos 7:26 y Juan 1:14
5. Hechos 10:38; Hebreos 12:24 y 7:22.
6. Hebreos 5:4,5
7. Juan 5:22,27; Mateo 28:18; Hechos 2:36.
IV.
El Señor Jesús, con la mayor voluntad tomo para
si este oficio, (1) y para desempeñarlo, fue puesto bajo la ley, (2) la que
cumplió perfectamente; (3) padeció los más crueles tormentos directamente en su
alma (4) y los más dolorosos sufrimientos en su cuerpo; (5) fue crucificado y
murió, (6) fue sepultado y permaneció bajo el poder de la muerte, aun cuando no
vio corrupción. (7) Al tercer día se levanto de entre los muertos (8) con el
mismo cuerpo que tenía cuando sufrió, (9) con el cual también ascendio al cielo
y allí está sentado a la diestra del padre, (10) intercediendo,
(11) y cuando sea el fin del mundo volverá para juzgar a
los hombres y a los ángeles.
(12)
1. Salmos 40:7,8 con Hebreos 10:5,10; Filipenses 2:8;
Juan 10:18.
2. Gálatas 4:4.
3. Mateo 3:15 y 5:17.
4. Mateo 26:37,38 y 27:46; Lucas 22:44.
5. Mateo 26,27.
6. Filipenses 2:8.
7. Hechos 2:23,24,27 y 13:37; Romanos 6:9.
8. 1 Corintios 15:3,4.
9. Juan 20:25,27.
10. Marcos 16:19.
11. Romanos 8:34; Hebreos 9:24 y Hebreos 7:25.
12. Romanos 14:9,10; Hechos 1:11 y 10:42; Mateo 13:40-42;
Judas 6; 2 Pedro 2:4.
V.
El Señor Jesucristo, por su perfecta obediencia
y por el sacrificio de si mismo que ofreció una sola vez por el Espíritu eterno
de Dios, ha satisfecho plenamente a la justicia de su Padre, (1) y compro para
aquellos que éste le había dado, no solo la reconciliación, sino también una
herencia eterna en el reino de los cielos. (2)
1. Romanos 5:19 y 3:25,26; Hebreos 9:14,16 y 10:14;
Efesios 5:2.
2. Efesios 1:11,14; Juan 17:2; Hebreos 9:12,15; Daniel
9:24,26; Colosenses 1:19,20.
VI.
Aún cuando la obra de la redención no fue
consumada por Cristo sino hasta después de su encarnación, sin embargo, la
virtud, la eficacia y los beneficios de ella, fueron comunicados a los elegidos
en todas las épocas transcurridas desde el principio del mundo en y por medio
de las promesas, tipos y sacrificios, en los cuales Cristo fue revelado y
señalado como la simiente de la mujer que heriría a la serpiente en la cabeza,
y como el cordero inmolado desde el principio del mundo, siendo él, el mismo
ayer, hoy y siempre. (1)
1. Gálatas
4:4,5; Génesis 3:15; Apocalipsis 13:8; Hebreos 13:8.
VII.
Cristo en la obra de mediación, actúa conforme a
ambas naturalezas, haciendo por medio de cada naturaleza lo que es propio de
ella; (1) aunque por razón de la unidad de la persona, lo que es propio de una
naturaleza, algunas veces se atribuye en la Escritura a la persona dominada por
la otra naturaleza. (2)
1. 1 Pedro 3:18; Hebreos 9:14.
2. Hechos 20:28; Juan 3:13; 1 Juan 3:16.
VIII. A
todos aquellos para quienes Cristo compro redención, les aplica y comunica
cierta y eficazmente la misma; (1) intercediendo por ellos (2) revelándolos en
la palabra y por medio de ella los misterios de la salvación; (3)
persuadiéndoles eficazmente por su Espíritu a creer y a obedecer; y gobernando
sus corazones por su palabra y Espíritu, (4) venciendo a todos sus enemigos por
su gran poder y sabiduría, de tal manera y forma que sea más de acuerdo con su
maravillosa e inescrutable dispensación. (5)
1. Juan 6:37,39 y 10:15,16.
2. 1 Juan 2:1,2; Romanos 8:34.
3. Juan 15:13,15 y 17:6; Efesios 1:7-9.
4. 2 Corintios 4:13; Romanos 8:9,14; Romanos 15:18,19;
Juan 17:17 y 14:16.
5. Salmos 110:1; 1 Corintios 15:25,26; Malaquías 4:2,3;
Colosenses 2:15.
Capítulo 9
DEL LIBRE ALBEDRIO
I.
Dios ha dotado a la voluntad del hombre con
aquella libertad natural, que no es forzada ni determinada hacia el bien o
hacia el mal, por ninguna necesidad absoluta de la naturaleza. (1)
1. Mateo
17:12; Santiago 1:14; Deuteronomio 30:19.
II.
El hombre en su estado de inocencia, tenía
libertad y poder para querer y hacer lo que es bueno y agradable a Dios, (1)
sin embargo era mutable y podía caer de dicho estado. (2)
1. Eclesiastés 7:29; Génesis 1:26.
2. Génesis 2:16,17 y 3:6.
III.
El hombre, por su caída a un estado de pecado,
ha perdido absolutamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que
acompañe a la salvación; (1) por tanto como hombre natural, que está
enteramente opuesto a ese bien (2) y muerto en el pecado, (3) no puede por su
propia fuerza convertirse a si mismo o prepararse para la conversión. (4)
1. Romanos 5:6 y 8:7; Juan 15:5.
2. Romanos 3:10,12.
3. Efesios 2:1,5; Colosenses 2:13.
4. Juan 6:44,65; 1 Corintios 2:14; Efesios 2:2-5; Tito
3:3-5.
IV.
Cuando Dios convierte a un pecador y le traslada
al estado de gracia, le libra de su estado de servidumbre natural bajo el
pecado, (1) y por su sola gracia lo capacita para querer y obrar libremente lo
que es espiritualmente bueno; (2) a pesar de eso, sin embargo, por razón de su
corrupción que aún queda, el converso no sola ni perfectamente quiere lo que es
bueno, sino quiere también lo que es malo. (3)
1. Colosenses 1:13; Juan 8:34,36.
2. Filipenses 2:13; Romanos 6:18,22.
3. Gálatas 5:17; Romanos 7:15,18,19,21,23.
V.
La voluntad del hombre es hecha perfecta e
inmutablemente libre para hacer tan solo lo que es bueno, únicamente en el
estado de la gloria. (1)
1. Efesios
4:13; Judas 24; Hebreos 12:23; 1 Juan 3:2.
Capítulo 10
DEL LLAMAMIENTO EFICAZ
I.
A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado
para vida, y a ellos solamente, le agrada en su tiempo señalado y aceptado,
llamar eficazmente (1) por su palabra y Espíritu, (2) fuera del estado de
pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por
Jesucristo; (3) iluminando espiritual y salvadoramente su entendimiento, a fin
de que comprendan las cosas de Dios; (4) quitándoles el corazón de piedra y
dándoles uno de carne; (5) renovando sus voluntades y por su potencia
todopoderoso, induciéndoles hacia aquello que es bueno, (6) y trayéndoles
eficazmente a Jesucristo; (7) de tal manera que ellos vienen con absoluta
libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de hacerlo. (8)
1. Romanos 8:30 y 11:7; Efesios 1:10,11.
2. 2 Tesalonicenses 2:13,14; 2 Corintios 3:3,6.
3. Romanos 8:2; 2 Timoteo 1:9,10; Efesios 2:1-5.
4. Hechos 26:18; 1 Corintios 2:10,12; Efesios 1:17,18.
5. Ezequiel 36:26.
6. Ezequiel 11:19; Filipenses 2:13; Deuteronomio 30:6;
Ezequiel 36:27.
7. Efesios 1:19; Juan 6:44,45.
8. Cantares 1:4; Salmos 110:3; Juan 6:37; Romanos
6:16-18.
II.
Este llamamiento eficaz es solamente de la libre
y especial gracia de Dios y de ninguna otra cosa prevista en el hombre; (1) el
cual es en esto enteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y renovado por
el Espíritu Santo, (2), es capacitado por medio de esto para responder a este
llamamiento y para recibir la gracia ofrecida y trasmitida en él. (3)
1. 2 Timoteo 1:9; Tito 3:4,5; Romanos 9:11; Efesios
2:4,5,8,9.
2. 1 Corintios 2:14; Romanos 8:7; Efesios 2:5.
3. Juan 6:37; Ezequiel 36:27; Juan 5:25.
III.
Los niños elegidos que mueren en la infancia,
son regenerados y salvados por Cristo por medio del Espíritu, (1) quien obra
cuando, donde y como quiere. (2) En la misma condición están todas las personas
elegidas que sean incapaces de ser llamadas externamente por el ministerio de
la palabra. (3)
1. Lucas 18:15,16; Hechos 2:38,39; Juan 3:3,5; 1 Juan
5:12; Romanos 8:9 (comparados).
2. Juan 3:8.
3. 1 Juan 5:12; Hechos 4:12.
IV.
Los otros no elegidos, aunque sean llamados por
el ministerio de la palabra (1) y tengan algunas de las operaciones comunes del
Espíritu, (2) sin embargo nunca vienen verdaderamente a Cristo, y por lo tanto
no pueden ser salvos; (3) mucho menos pueden los hombres que no profesan la
religión cristiana ser salvos de otra manera, aun cuando sean diligentes en
ajustar sus vidas a la luz de la naturaleza y a la ley de la religión que
profesan; (4) y el afirmar y sostener que lo pueden lograr así, es muy
pernicioso y detestable. (5)
1. Mateo 22:14.
2. Mateo 7:22 y 13:20,21; Hebreos 6:4,5.
3. Juan 6:64-66 y 8::24.
4. Hechos 4:12; Juan 14:6; Efesios 2:12; Juan 4:22 y
17:3.
5. 2 Juan 9-11; 1 Corintios 16:22; Gálatas 1:6-8.
Capítulo 11
DE LA JUSTIFICACION
I.
A los que Dios llama de una manera eficaz,
también justifica gratuitamente, (1) no infundiendo justicia en ellos sino
perdonándolos sus pecados, y contando y aceptando sus personas como justas; no
por algo obrado en ellos o hecho por ellos, sino solamente por causa de Cristo;
no por imputarles la fe misma, ni el acto de creer, ni alguna otra obediencia
evangélica como su justicia, sino imputándoles la obediencia y satisfacción de
Cristo (2) y ellos por la fe, le reciben y descansan en el y en su justicia. Esta
fe no la tienen de ellos mismos. Es un donde e Dios. (3)
1. Romanos 8:30 y 3:24.
2. Romanos 4:5-8; 2 Corintios 5:19,21; Romanos
3:22,24,25,27,28; Tito 3:5,7; Efesios 1:7; Jeremías 23:6; 1 Corintios 1:30,31;
Romanos 5:17-19.
3. Hechos 10:44; Gálatas 2:16; Filipenses 3:9; Hechos
13:38,39; Efesios 2:7,8.
II.
La fe, que así recibe a Cristo y descansa en El
y en su justicia, es el único instrumento de justificación; (1) aunque no está
sola en la persona justificada, sino que siempre va acompañada por todas las otras
gracias salvadoras, y no es fe muerta, sino que obra por amor. (2)
1. Juan 1:12; Romanos 3:28 y 5:1.
2. Santiago 2:17,22,26; Gálatas 5:6.
III.
Cristo, por su obediencia y muerte, saldo
totalmente la deuda de todos aquellos que así son justificados, e hizo una
apropiada, real y completa satisfacción a la justicia de su Padre en favor de
ellos. (1) Sin embargo, por cuanto Cristo fue dado por el Padre para los
justificados (2) y su obediencia y satisfacción fueron aceptadas en su lugar,
(3) y ambas gratuitamente; no porque hubiera alguna cosa en ellos, su
justificación es solamente de pura gracia; (4) para que las dos, la exacta
justicia y la rica gracia de Dios, puedan ser glorificadas en la justificación
de los pecadores. (5)
1. Romanos 5:8-10,19; 1 Timoteo 2:5,6; Hebreos 10:10,14;
Daniel 9:24,26; Isaías 53:4-6, 10-12.
2. Romanos 8:32.
3. 2 Corintios 5:21; Mateo 3:17; Efesios 5:2.
4. Romanos 3:24; Efesios 1:7.
5. Romanos 3:26; Efesios 2:7.
IV.
Desde la eternidad, Dios decreto justificar a
todos los elegidos; (1) y en el cumplimiento del tiempo, Cristo murió por sus
pecados, y resucito para su justificación. (2) Sin embargo, ellos no son
justificados sino hasta que Cristo les es realmente aplicado, por el Espíritu
Santo, en el debido tiempo. (3)
1. Gálatas 3:8; 1 Pedro 1:2,19,20; Romanos 8:30.
2. Gálatas 4:4; 1 Timoteo 2:6; Romanos 4:25.
3. Colosenses 1:21,22; Gálatas 2:16; Tito 3:4-7.
V.
Dios continua perdonando los pecados de aquellos
que son justificados; (1) y aunque ellos nunca pueden caer del estado de
justificación, (2) sin embargo pueden, por sus pecados, caer bajo el desagrado
paternal de Dios y no tener la luz de su rostro restaurada sobre ellos hasta
que se humillen, confiesen sus pecados, pidan perdón y renueven su fe y su
arrepentimiento. (3)
1. Mateo 6:12; 1 Juan 1:7,9 y 2:1,2.
2. Lucas 22:32; Juan 10:28; Hebreos 10:14.
3. Salmos 89:31-33; 51:7-12 y 32:5; Mateo 26:75; 1
Corintios 11:30,32; Lucas 1:20.
VI.
La justificación de los creyentes bajo el
Antiguo Testamento era, en todos estos respectos, una y la misma con la
justificación de los creyentes bajo el Nuevo Testamento. (1)
1. Gálatas
3:9,13,14; Romanos 4:22-24; Hebreos 13:8.
Capítulo 12
DE LA ADOPCION
Dios se digna conceder a todos aquellos que son
justificados en y por su único Hijo Jesucristo, que sean participes de la
gracia y adopción: (1) por la cual ellos son contados dentro del número, y
gozan de las libertades y privilegios de los hijos de Dios; (2) están marcados
con su nombre, (3) reciben el espíritu de adopción; (4) tienen acceso
confiadamente al trono de la gracia; (5) están capacitados para clamar, Abba,
Padre; (6) son compadecidos, (7) protegidos, (8) proveídos, (9) y corregidos
por el como por un padre; (10) sin embargo, nunca desechados, (11) sino
sellados para el día de la redención, (12) y heredan las promesas, (13) como
herederos de salvación eterna. (14)
1. Efesios 1:5; Gálatas 4:4,5.
2. Romanos 8:17; Juan 1:12.
3. Jeremías 14:9, 2 Corintios 6:18; Apocalipsis 3:12.
4. Romanos 8:15.
5. Efesios 3:12; Romanos 5:2.
6. Gálatas 4:6.
7. Salmos 103:13.
8. Proverbios 14:26.
9. Mateo 6:30,32; 1 Pedro 5:7.
10. Hebreos 12:6.
11. Lamentaciones 3:31.
12. Efesios 4:30.
13. Hebreos 6:12.
14. 1 Pedro 1:3,4; Hebreos 1:1
Capítulo 13
LA SANTIFICACION
I.
Aquellos que son llamados eficazmente y
regenerados, teniendo creados un nuevo corazón y un nuevo espíritu en ellos,
son además santificados real y personalmente por medio de la virtud de la
muerte y la resurrección de Cristo, (1) por su Palabra y Espíritu que mora en
ellos; (2) el dominio del pecado sobre el cuerpo entero es destruido, (3) y las
diversas concupiscencia de él son debilitadas y mortificadas más y más, (4) y
los llamados son más y más fortalecidos y vivificados en todas las gracias
salvadoras, (5) para la práctica de la verdadera santidad, sin la cual ningún
hombre verá al Señor. (6)
1. 1 Corintios 6:11; Hechos 20:32; Filipenses 3:10;
Romanos 6:5,6.
2. Juan 17:17; Efesios 5:26; 2 Tesalonisenses 2:13.
3. Romanos 6:6,14.
4. Gálatas 5:24; Romanos 8:13.
5. Colosenses 1:11; Efesios 3:16-19.
6. 2 Corintios 7:1; Hebreos 12:14.
II.
Esta santificación se efectúa en todo hombre,
(1) aunque es incompleta en esta vida. Todavía quedan algunos remanentes de
corrupción en todas partes, (2) de donde surge una continua e irreconciliable
batalla; la carne lucha contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne. (3)
1. 1 Tesalonicenses 5:23.
2. 1 Juan 1:10; Romanos 7:18,23; Filipenses 3:12.
3. Gálatas 5:17; 1 Pedro 2:11.
III.
En dicha batalla, aunque la corrupción que aún
queda puede prevalecer mucho por algún tiempo, (1) sin embargo, a través del
continuo suministro de fuerza de parte del Espíritu Santificador de Cristo, la
parte regenerada triunfa: (2) y así crecen en gracia los santos, (3)
perfeccionando la santidad en el temor de Dios. (4)
1. Romanos 7:23.
2. Romanos 6:14; 1 Juan 5:4; Efesios 4:15,16.
3. 2 Pedro 3:18; 2 Corintios 3:18.
4. 2 Corintios 7:1.
Capítulo 14
DE LA FE SALVADORA
I.
La gracia de la fe, por la cual se capacita a
los elegidos para creer para la salvación de sus almas, (1) es la obra del
Espíritu de Cristo en sus corazones, (2) y es hecha ordinariamente por el
ministerio de la palabra; (3) también por la cual, y por la administración de
los sacramentos y por la oración, se aumenta y se fortalece. (4)
1. Hebreos 10:39
2. 2 Corintios 4:13; Efesios 1:17-19; 2:8.
3. Romanos 10:14,17
4. 1 Pedro 2:2; Hechos 20:32; Romanos 4:11; Lucas 17:5;
Romanos 1:16,17
II.
Por esta fe, un cristiano cree que es verdadera
cualquier cosa revelada en la Palabra, porque la autoridad de Dios mismo habla
en ella; (1) y esta fe actúa de manera diferente sobre aquello que contiene
cada pasaje en particular; produciendo obediencia hacia los mandamientos, (2)
temblor ante las amenazas, (3) y abrazando las promesas de Dios para esta vida
y para la que ha de venir. (4) Pero los principales hechos de la fe salvadora
son: aceptar, recibir y descansar sólo en Cristo para la justificación,
santificación y vida eterna, por virtud del pacto de gracia. (5)
1. Juan 4:42; 1 Tesal. 2:13; 1 Juan 5:10; Hechos 24:14.
2. Romanos 16:26.
3. Isaías 66:2.
4. Hebreos 11:13; 1 Timoteo 4:8.
5. Juan 1:12; Hechos 26:31; Gálatas 2:20; Hechos 15:11.
III.
Esta fe es diferente en grados: débil o fuerte;
(1) puede ser atacada y debilitada frecuentemente y de muchas maneras, pero
resulta victoriosa; (2) creciendo en muchos hasta obtener la completa seguridad
a través de Cristo, (3) quien es tanto el autor como el consumador de nuestra
fe. (4)
1. Hebreos 5:13,14; Romanos 4:19,20; Mateo 6:30, 8:10.
2. Lucas 22:31,32; Efesios 6:16; 1 Juan 5:4,5.
3. Hebreos 6:11,12; 10:22; Colosenses 2:2.
4. Hebreos 12:2.
Capítulo 15
DEL ARREPENTIMIENTO PARA VIDA
I.
El arrepentimiento para vida es una gracia
evangélica, (1) y esta doctrina referente a ella debe ser predicada por cada
ministro del Evangelio, tanto como la de fe en Cristo. (2)
1. Hechos 11:18; Zacarías 12:10.
2. Lucas 24:47; Marcos 1:15; Hechos 20:21.
II.
Al arrepentirse, un pecador se aflige por sus
pecados y los odia, movido no sólo por la vista y el sentimiento del peligro,
sino también por lo inmundo y odioso de ellos que son contrarios a la santa
naturaleza y a la justa ley de Dios. Y al comprender la misericordia de Dios en
Cristo para los que están arrepentidos, se aflige y odia sus pecados, de manera
que se vuelve de todos ellos hacia Dios, (1) proponiéndose y esforzándose para
andar con él en todos los caminos de sus mandamientos. (2)
1. Ezequiel 18:30,31 y 36:31; Isaías 30:22; Salmos 51:4;
Jeremías 31:18,19; Joel 2:12,13; Amós 5:15; Salmos 119:128; 2 Corintios 7:11.
2. Salmos 119:6,59,106; Lucas 1:6; 2 Reyes 23:25.
III.
Aún cuando no debe confiarse en el arrepentimiento
como una satisfacción por el pecado o una causa de perdón para este, (1) ya que
el perdón es un acto de la pura gracia de Dios en Cristo; (2) sin embargo, es
de tanta necesidad para todos los pecadores que ninguno puede esperar perdón
sin arrepentimiento. (3).
1. Ezequiel 36:31,32 y 16:61-63.
2. Oseas 14:2,4; Romanos 3:24; Efesios 1:7.
3. Lucas 13:3,5; Hechos 17:30,31.
IV.
Así como no hay pecado tan pequeño que no
merezca la condenación, (1) así tampoco ningún pecado es tan grande que pueda
condenar a los que se arrepienten verdaderamente.
1. Romanos 6:23 y 5:12; Mateo 12:36.
2. Isaías 55:7 y 1:16,18; Romanos 8:1.
V.
Los hombres no deben quedar satisfechos con un
arrepentimiento general de sus pecados, sino que es el deber de todo hombre
procurar arrepentirse específicamente de sus pecados específicos. (1)
1. Salmos
19:13; Lucas 19:8; 1 Timoteo 1:13,15.
VI.
Todo hombre está obligado a confesar
privadamente sus pecados a Dios, orando por el perdón de ellos; (1) al
confesarlos y al apartarse de ellos hallará misericordia. (2) Así también el
que escandaliza a su hermano o a la Iglesia de Cristo, debe estar dispuesto a
declarar su arrepentimiento a los ofendidos, (3) por medio de una confesión
pública o privada, con tristeza por su pecado. Los ofendidos deberán entonces
reconciliarse con él y recibirlo en amor. (4)
1. Salmos 32:5,6; 51:4,5,7,9,14.
2. Proverbios 28:13; 1 Juan 1:9.
3. Santiago 5:16; Lucas 17:3,4; Josué 7:19; Salmos 51.
4. 2 Corintios 2:8.
Capítulo 16
DE LAS BUENAS OBRAS
I.
Las buenas obras son solamente las que Dios ha
ordenado en su Santa Palabra (1) y no las que, sin ninguna autoridad para ello,
han imaginado los hombres por un fervor ciego o con cualquier pretexto de buena
intención. (2)
1. Miqueas 6:8; Romanos 12:2; Hebreos 13:21.
2. Mateo 15:9; Isaías 29:13; 1 Pedro 1:18; Romanos 10:2;
Juan 16:2; 1 Samuel 15:21-23.
II.
Estas buenas obras, hechas en obediencia a los
mandamientos de Dios, son los frutos y evidencias de una fe viva y verdadera; (1)
y por ellas manifiestan los creyentes su gratitud, (2) fortalecen su seguridad,
(3) edifican a sus hermanos, (4) adoran la profesión del evangelio, (5) tapan
la boca de los adversarios, (6) y glorifican a Dios; (7) pues los creyentes
hechura de él, creados en Cristo Jesús para buenas obras, (8) para que teniendo
por fruto la santificación, tengan como fin la vida eterna.
(9)
1. Santiago 2:18,22.
2, Salmos
116:12,13; 1 Pedro 2:9.
3. 1 Juan 2:3,5; 2 Pedro 1:5-10.
4. 2 Corintios 9:2; Mateo 5:16.
5. Tito 2:5; 1 Timoteo 6:1; Tito 2:5, 9-12.
6. 1 Pedro 2:15.
7. 1 Pedro 2;12; Filipenses 1:11; Juan 15:8.
8. Efesios 2:10.
9. Romanos 6:22.
III.
La capacidad que tienen los creyentes para hacer
buenas obras, no es de ellos en ninguna manera, sino completamente del Espíritu
de Cristo. (1) Y para que ellos puedan tener esta capacidad, además de las
gracias que han recibido se necesita la influencia efectiva del mismo Espíritu
Santo para obrar en ellos tanto el querer como el hacer por su buena voluntad;
(2) sin embargo, ellos no deben degenerar en negligentes, como si no estuviesen
obligados a obrar aparte de un impulso especial del Espíritu, sino que deben
ser diligentes en avivar la gracia de Dios que está en ellos. (3)
1. Juan 15:4-6; Ezequiel 36:26,27.
2. Filipenses 2:13 y 4:13; 2 Corintios 3:5.
3. Filipenses 2:12; Hebreos 6:11,12; Isaías 64:7; 2 Pedro
1:3,5,10,11; 2 Timoteo 1:6; Hechos 26:6,7; Judas 20:21.
IV.
Quienes en su obediencia alcanzan la mayor
altura de perfección que es posible en esta vida, quedan todavía tan lejos de
llegar a un grado supererogatorio, y de hacer más de lo que Dios requiere, que
les falta mucho en lo que por deber tienen que hacer. (1)
1. Lucas
17:10; Nehemías 13:22; Job 9:2,3; Gálatas 5:17.
V.
Nosotros no podemos, por nuestras mejores obras,
merecer el perdón del pecado o la vida eterna de la mano de Dios; a causa de la
gran desproporción que existe entre nuestras obras y la gloria que ha de venir,
y por la distancia infinita que hay entre nosotros y Dios, a quien no podemos
beneficiar por dichas obras, ni satisfacer la deuda de nuestros pecados
anteriores; (1) pero cuando hemos hecho todo lo que podemos, no hemos hecho más
que nuestro deber y somos siervos inútiles; (2) y además nuestras obras son
buenas porque proceden de su Espíritu; (3) y por cuanto son hechas por
nosotros, son impuras y contaminadas con tanta debilidad e imperfección, que no
pueden soportar la severidad del juicio de Dios. (4)
1. Romanos 3:20 y 4:2,4,6; Efesios 2:8,9; Salmos 16:2;
Tito 3:5-7; Romanos 8:18; Job 22:23 y 35:7,8.
2. Lucas 17:10.
3. Gálatas 5:22,23.
4. Isaías 64:6; Salmos 143:2 y 130:3; Gálatas 5:17;
Romanos 7:15;18.
VI.
Sin embargo, a pesar de lo anterior, siendo
aceptadas las personas de los creyentes por medio de Cristo, sus buenas obras
también son aceptadas en EL; (1) no como si fueran en esta vida enteramente
irreprochables e irreprensibles a la vista de Dios; (2) sino que a EL,
mirándolas en su Hijo, le place aceptar y recompensar lo que es sincero aun
cuando sea acompañado de muchas debilidades e imperfecciones. (3)
1. Efesios 1:6; 1 Pedro 2:5; Exodo 28:38; Génesis 4:4 con
Hebreos 11:4.
2. Job 9:20; Salmos 143:2.
3. 2 Corintios 8:12; Hebreos 13:201,32 y 6:10; Mateo
25:21,23.
VII.
Las obras hechas por hombres no regenerados, aún
cuando por su esencia puedan ser cosas que Dios ordena, y de utilidad tanto
para ellos como para otros, (1) sin embargo, porque proceden de un corazón no
purificado por la fe (2) y no son hechas en la manera correcta de acuerdo con
la Palabra, (3) ni para un fin correcto, (la gloria de Dios); (4) por lo tanto
son pecaminosas, y no pueden agradar a Dios ni hacer a un hombre digno de
recibir la gracia de parte de Dios. (5) Y a pesar de esto el descuido de las
obras por parte de los no regenerados es más pecaminoso y desagradable a Dios.
(6)
1. 2 Reyes 10:30,31; 1 Reyes 21:27,29; Filipenses
1:15,16,18.
2. Hebreos 11:4,6 comp. con Génesis 4:3-5.
3. 1 Corintios 13:3; Isaías 1:12.
4. Mateo 6:2,5,16.
5. Hageo 2:14; Tito 1:15 y 3:5; Amós 5:21,22; Oseas 1:4;
Romanos 9:16.
6. Salmos 14:4 y 36:3; Job 21:14,15; Mateo 25:41-43,45 y
23:23.
Capítulo 17
DE LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
I.
A quienes Dios ha aceptado en su Amado, y que
han sido llamados eficazmente y santificados por su Espíritu, no pueden caer ni
total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente han de
perseverar en él hasta el fin, y serán salvados eternamente. (1)
1.
Filipenses 1:6; 2 Pedro 1:10; Juan 10:28,29; 1 Juan 3:9; 1 Pedro 1:5,9.
II.
Esta perseverancia de los santos depende no de
su propio libre albedrío, sino de la inmutabilidad del decreto de elección, que
fluye del amor gratuito e inmutable de Dios el Padre; (1) de la eficacia del
mérito y de la intercesión de Jesucristo; (2) de la morada del Espíritu, y de
la simiente de Dios que está en los santos; (3) y de la naturaleza del pacto de
gracia, (4) de todo lo cual surge también la certeza y la infalibilidad de la
perseverancia. (5)
1. 2 Timoteo 2:18,19; Jeremías 31:3.
2. Hebreos 10:10,14; 13:20,21; 7:25 y 9:12-15; Juan
17:11,24; Romanos 8:33-39; Lucas 22:32.
3. Juan 14:16,17; 1 Juan 2:27 y 3:9.
4. Jeremías 32:40.
5. 2 Tesalonicenses 3:3; 1 Juan 2:19; Juan 10:28.
III.
No obstante esto, es posible que los creyentes,
por las tentaciones de Satanás y del mundo, por el predominio de la corrupción
que queda en ellos, y por el descuido de los medios para su preservación caigan
en pecados graves; (1) y por algún tiempo permanezcan el ellos; (2) por lo cual
atraerán el desagrado de Dios; (3) contristarán a su Espíritu Santo; (4) se
verán excluidos en alguna medida de sus gracias y consuelos; (5) tendrán sus
corazones endurecidos; (6) y sus conciencias heridas; (7) lastimarán y
escandalizarán a otros, (8) y atraerán sobre sí juicios temporales. (9)
1. Mateo 26:70,72,74.
2. Salmos 51:14.
3. Isaías 64:5,7,9; 2 Samuel 11:27.
4. Efesios 4:30.
5. Salmos 51:8,10,12; Apocalipsis 2:4; Cantares
5:2,3,4,6,.
6. Marcos 6:52 y 16:14; Isaías 63:17.
7. Salmos 32:3,4 y 51:8.
8. 2 Samuel 12:14.
9. Salmos 89:31,32; 1 Corintios 11:32.
Capítulo 18
DE LA SEGURIDAD DE LA
GRACIA Y DE LA SALVACIÓN
I.
Aunque los hipócritas y otros hombres no
regenerados pueden vanamente engañarse a sí mismos con esperanzas falsas y
presunciones carnales de estar en el favor de Dios y en estado de salvación;
(1) cuya esperanza perecerá; (2) sin embargo, los que creen verdaderamente en
el Señor Jesús y le aman con sinceridad, esforzándose por andar con toda buena
conciencia delante de él, pueden en esta vida, estar absolutamente seguros de
que están en el estado de gracia, (3) y pueden regocijarse en la esperanza de
la gloria de Dios; y tal esperanza nunca les hará avergonzarse.(4)
1. Job 8:13,14; Miqueas 3:11; Deuteronomio 29:19; Juan
8:41.
2. Mateo 7:22,23.
3. 1 Juan 2:3; 5:13 y 3:14,18,19,21,24.
4. Romanos 5:2,5.
II.
Esta seguridad no es una mera persuasión
presuntuosa y probable, fundada en una esperanza falible; (1) sino que es una
seguridad infalible de fe basada en la verdad divina de las promesas de
salvación, (2) en la demostración interna de aquellas gracias a las cuales se
refieren las promesas, (3) en el testimonio del Espíritu de adopción
testificando a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; (4) este Espíritu
es la garantía de nuestra herencia, y por el cual somos sellados hasta el día
de la redención.(5)
1. Hebreos
6:11,19.
2. Hebreos
6:17,18.
3. 2
Pedro 1:4,5,10.11; 1 Juan 2:3; 3:14; 2 Corintios 1:12.
4. Romanos
8:15,16.
5. Efesios
1:13,14; Efesios 4:30; 2 Corintios 1:21,22.
III.
Esta seguridad infalible no corresponde
completamente a la esencia de la fe, sino que un verdadero creyente puede
esperar mucho tiempo y luchar con muchas dificultades antes de ser participante
de tal seguridad; (1) sin embargo, siendo capacitado el creyente por el
Espíritu Santo para conocer las cosas que le son dadas gratuitamente por Dios,
puede alcanzarlas sin una revelación extraordinaria por el uso correcto de los
medios ordinarios; (2) y por eso es el deber de cada uno ser diligente para
asegurar su llamamiento y elección; (3) para que su corazón se ensanche en la
paz y en el gozo del Espíritu Santo, en amor y gratitud a Dios, y en la fuerza
y alegría de los deberes de la obediencia, que son los frutos propios de esta
seguridad: (4) así de lejos está esta enseñanza de inducir a los hombres a la
negligencia. (5)
1. Isaías 50:10; 1 Juan 5:13; Marcos 9:24; Salmos 88 y
77:1-12.
2. 1 Corintios 2:12; 1 Juan 4:13; Hebreos 6:11,12;
Efesios 3:17,19.
3. 2 Pedro 1:10.
4. Romanos 5:1,2,5; 14:17; 15:13; Salmos 119:32 y 4:6,7;
Efesios 1:3,4.
5. 1 Juan 2:1,2; Romanos 6:1,2; Tito 2:11,12,14; 2
Corintios 7:1; Romanos 8:1,12; 1 Juan 3:2,3; Salmos 130:4; 1 Juan 1:6,7.
IV.
La seguridad de la salvación de los verdaderos
creyentes puede ser, en diversas maneras, zarandeada, disminuida o
interrumpida; por la negligencia en preservarla; por caer en algún pecado
especial, que hiera la conciencia y contriste el Espíritu; por alguna tentación
repentina o vehemente; por retirarlos Dios la luz de su rostro y permitiendo,
aun a los que le temen, (1) que caminen en tinieblas, y que no tengan luz; sin
embargo, nunca quedan totalmente destituidos de aquella simiente de Dios, y de
la vida de fe, de aquel amor de Cristo y de los hermanos, de aquella sinceridad
de corazón y conciencia del deber. De todo lo cual, por la operación del
Espíritu, esta seguridad puede ser revivida en su debido tiempo; (2) y por todo
lo cual, mientras tanto, los verdaderos creyentes son sostenidos para que no
caigan en la desesperación total. (3)
1. Cantares 5:2,3,6; Salmos 51:8,12,14; Efesios 4:30,31;
Salmos 77:1-10; Mateo 26:69-72; Salmos 31:22 y 8; Isaías 50:10.
2. 1 Juan 3:9; Job 13:15; Lucas 22:32; Salmos 73:15 y
51:8,12; Isaías 50:10.
3. Miqueas 7:7-9, Jeremías 32:40; Isaías 54:7-10; Salmos
22:1; y Salmo 88.
Capítulo 19
DE LA LEY DE DIOS
I.
Dios dio a Adán una ley como un pacto de obras,
por la que lo obligó a toda su posteridad a una obediencia personal, completa,
exacta y perpetua; le prometió la vida por el cumplimiento de ella, y le
amenazó con la muerte si la infringía; y le dio también el poder y la capacidad
para guardarla. (1)
1. Génesis 1:26,27; 2:17; Romanos 2:14,15; 10:5; 5:12,19.
Véase Gálatas 3:10,12; Eclesiastés 7:29; Job 28:28.
II.
Esta ley, después de la caída de Adán,
continuaba siendo una regla perfecta de rectitud; y como tal fue dada por Dios
en el Monte Sinaí en diez mandamientos y escrita en dos tablas; (1) los cuatro
primeros mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros
seis, nuestros deberes para con los hombres. (2)
1. Santiago 1:25; 2:8; 10-12; Romanos 13:8,9;
Deuteronomio 5:32 y 10:4; Exodo 34:1.
2. Mateo 22:37-40.
III.
Además de esta ley, comúnmente llamada ley
moral, agradó a Dios dar al pueblo de Israel, como una iglesia menor, leyes
ceremoniales que contenían varias ordenanzas típicas; en parte de adoración
prefigurando a Cristo, sus gracias, acciones, sufrimientos y beneficios, (1) y
en parte expresando diversas instrucciones sobre los deberes morales. (2) Todas
aquellas leyes ceremoniales están abrogadas ahora bajo el Nuevo Testamento. (3)
1. Hebreos 10:1; Gálatas 4:1-3; Colosenses 2:17; Hebreos
9.
2. 1 Corintios 5:7; 2 Corintios 6:17; Judas 23.
3. Colosenses 2:14,16,17; Efesios 2:15,16; Daniel 9:27.
IV.
A los israelitas como a un cuerpo político
también les dio algunas leyes judiciales, que expiraron juntamente con el
estado político de aquel pueblo, por lo que ahora no obligan a los otros
pueblos, sino en lo que la justicia general de ellas lo requiera. (1)
1. Exodo 21 y 22:1-29; Génesis 49:10; comparado con 1
Pedro 2:13,14; Mateo 5:17 con 38,39; 1 Corintios 9:8-10.
V.
La ley moral obliga por siempre a todos, tanto a
los justificados, como a los que no lo están, a la obediencia de ella; (1) y
esto no sólo en consideración a la naturaleza de ella sino también con respecto
a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio. (2) Cristo, en el evangelio,
en ninguna manera abroga esta ley, sino que refuerza nuestra obligación de
cumplirla. (3)
1. Romanos 13:8-10; Efesios 6:2; 1 Juan 2:3,4,7,8.
2. Santiago 2:10,11.
3. Mateo 5:17,19; Santiago 2:8; Romanos 3:31.
VI.
Aunque los verdaderos creyentes no están bajo la
ley como un pacto de obras para ser justificados o condenados; (1) sin embargo,
es de gran utilidad tanto para ellos como para otros; ya que como una regla de
vida les informa de la voluntad de Dios y de sus deberes, les dirige y obliga a
andar en conformidad con ella; (2) les descubre también la pecaminosa
contaminación de su naturaleza, corazón y ida; (3) de tal manera, que cuando
ellos se examinan delante de ella, puedan llegar a una convicción más profunda
de su pecado, a sentir humillación por él y un odio contra él; (4) junto con
una visión más clara de la
necesidad que tienen de Cristo, y de la perfección de su
obediencia. (5) También la ley moral es útil para los regenerados para
restringir su corrupción, puesto que prohíbe el pecado; (6) y las amenazas de
ella sirven para mostrar lo que merecen aún sus pecados, y qué aflicciones
puedan esperar por ellos en esta vida; aún cuando estén libres de la maldición
con que amenaza la ley. (7) Las promesas de ella, de un modo semejante,
manifiestan a los regenerados que Dios aprueba la obediencia y cuáles son las
bendiciones que deben esperar por el cumplimiento de la misma; (8) aunque no se
deba a ellos por la ley como un pacto de obras; (9) así que, si un hombre hace
lo bueno y deja de hacer lo malo porque la ley le manda aquello y le prohíbe
esto, no es evidencia de que esté bajo la ley, sino bajo la gracia. (10)
1. Romanos 6:14 y 8:1; Gálatas 2:16; 3:13; 4:4,5; Hechos
13:39.
2. Romanos 7:12,22,25; Salmos 119:4-6; 1 Corintios 7:19;
Gálatas 5:14,16; 18:23.
3. Romanos 7:7 y 3:20.
4. Romanos 7:9,14,24; Santiago 1:23-25.
5. Gálatas 3:24; Romanos 8:3,4 y 7:24.
6. Santiago 2:11; Salmos 119:101,104,128.
7. Esdras 9:13,14; Salmos 89:30-34.
8. Salmos 37:11 y 19:11; Levítico 26:1-14; con 2
Corintios 6:16; Efesios 6:2,3; Mateo 5:5.
9. Gálatas 2:16; Lucas 17:10.
10. Romanos 6:12,14; Hebreos 12:28,29; 1 Pedro 3:8-12;
Salmos 34:12-16.
VII.
Los usos de la ley ya mencionados, no son
contrarios a la gracia del Evangelio, sino que concuerdan armoniosamente con
él; (1) el Espíritu de Cristo subyuga y capacita la voluntad del hombre para
que haga alegre y voluntariamente lo que requiere la voluntad de Dios, revelada
en la ley. (2)
1. Gálatas 3:21.
2. Ezequiel 36:27; Hebreos 8:10; Jeremías 31:33.
Capítulo 20
DE
LA LIBERTAD CRISTIANA Y DE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA
I.
La libertad que Cristo ha comprado para los
creyentes que están bajo el Evangelio, consiste en su libertad de la culpa del
pecado, de la ira condenatoria de Dios y de la maldición de la ley moral; (1) y
en ser librados de este presente siglo malo, de la servidumbre de Satanás y del
dominio del pecado; (2) del mal de las aflicciones, del aguijón de la muerte,
de la victoria del sepulcro y de la condenación eterna; (3) como también en su
libre acceso a Dios, (4) y en rendir su obediencia a EL, no por temor servil,
sino con un amor filial y con intención voluntaria. (5) Todo lo cual era común
también a los creyentes bajo la ley; (6) aunque bajo el Nuevo Testamento la
libertad de los cristianos se ensancha mucho más porque están libres de yugo de
la ley ceremonial a que estaba sujeta la iglesia judaica, (7) y que tienen
ahora mayor confianza para acercarse al trono de la gracia, (8) y mayores
participaciones del libre Espíritu de Dios que aquellas de las cuales
participaron los creyentes bajo la ley. (9)
1. Tito 2:14; 1 Tesal. 1:10; Gálatas 3:13.
2. Gálatas 1:4; Hechos 26:18; Colosenses 1:13; Romanos
6:14.
3. Salmos 119:71; 1 Corintios 15:54-57; Romanos 8:28;
Romanos 8:1.
4. Romanos 5:1,2.
5. Romanos 8:14-15; 1 Juan 4:18.
6. Gálatas 3:9 y 14.
7. Gálatas 5:1 y 4:1-3,6,7; Hechos 15:10,11.
8. Hebreos 4:14,16; 10:19-22.
9. Juan 7:38-39; 2 Corintios 3:13, 17-18.
II.
Solo Dios es el Señor de la conciencia, (1) y la
ha dejado libre de los mandamientos y doctrinas de los hombres, las cuales son
en alguna manera contrarias a su Palabra, o está al lado de ella en asuntos de
fe o de adoración. (2) Así que creer tales doctrinas u obedecer tales
mandamientos con respecto a la conciencia, es traicionar la verdadera libertad
de conciencia; (3) y el requerir una fe implícita y una obediencia ciega y
absoluta, es destruir la libertad de conciencia (4) y también la razón.
1. Santiago 4:12; Romanos 14:4.
2. Hechos 4:19; 5:29; 1 Corintios 7:23; Mateo 23:8-10 y
15:9; 2 Corintios 1:24.
3. Colosenses 2:20,22 y 23; Gálatas 1:10; 2:4,5; 5:1.
4. Romanos 10:17; 14:23; Isaías 8:20; Hechos 17:11; Juan
4:22; Oseas 5:11; Apocalipsis 13:12,16,17; Jeremías 8:9.
III.
Aquellos que bajo el pretexto de la libertad
cristiana practican algún pecado o abrigan alguna concupiscencia destruyen, por
esto, el propósito de la libertad cristiana; el cual es que siendo librados de
las manos de nuestros enemigos, podamos servir al Señor sin temor, en santidad
y justicia delante de EL todos los días de nuestra vida. (1)
1. Gálatas
5.13; 1 Pedro 2.16; Lucas 1.74,75; 2 Pedro 2.19; Juan 8.34.
IV.
Y porque los poderes que Dios ha ordenado y la
libertad que Cristo ha comprado, no han sido destinados por Dios para
destruirse, sino para preservarse y sostenerse mutuamente uno al otro; los que
bajo el pretexto de la libertad cristiana, quieran oponerse a cualquier poder
legal, o a un lícito ejercicio, sea civil o eclesiástico, resisten a la
ordenanza de Dios. (1) Los que publican tales opiniones, o mantienen tales
prácticas, que son contrarias a la luz de la naturaleza, o a los principios
conocidos del Cristianismo, ya sea que se refieran a la fe, a la adoración o a
la conducta, o al poder de la santidad; tales opiniones o prácticas erróneas,
ya sea en su propia naturaleza o en la manera como las publican o las
sostienen, son destructivas para la paz externa y el orden que Cristo ha
establecido en la Iglesia. Se les puede llamar legalmente a cuentas, y se les
puede procesar por la disciplina de la Iglesia. (2)
1. Mateo 12:25; 1 Pedro 2:13,14,16; Romanos 13:1-8;
Hebreos 13:17.
2. Romanos 1:32; 1 Corintios 5:1,5,11,13; 2 Juan 10:11; 2
Tesal. 3:14; 1 Timoteo 6:3-5; Tito 1:10,11,13; 3:10; Mateo 18:15-17; 1 Timoteo
1:19,20; Apocalipsis 2:2,14,15,20; 3:9.
Capítulo 21
DE LA ADORACIÓN RELIGIOSA
Y DEL DÍA DE REPOSO
I.
La luz de la naturaleza muestra que hay un Dios
que tiene señorío y soberanía sobre todo; es bueno y hace bien a todos; y que,
por tanto, debe ser temido, amado, alabado, invocado, creído, y servido, con
toda el alma con todo el corazón y con todas las fuerza. (1) Pero el modo
aceptable de adorar al verdadero Dios es instituido por EL mismo, y está tan
limitado por su propia voluntad revelada, que no se debe adorar a Dios conforme
a las imaginaciones e invenciones de los hombres o a las sugerencias de Satanás,
bajo ninguna representación visible o en ningún otro modo no prescrito en las
Santas Escrituras. (2)
1. Romanos 1:20; Hechos 17:24; Salmos 119:68; Jeremías
10:7; Salmos 31:23; 18:3; Romanos 10:12; Salmos 62:8; Josué 24:14; Marcos
12:33.
2. Deuteronomio 12:32; 4:15-20; Mateo 15:9; 4:9,10;
Hechos 17:25; Exodo 20:4-6; Colosenses 2:23.
II.
La adoración religiosa ha de darse a Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo, y a El solamente; (1) no a los ángeles, ni a los santos,
ni a ninguna otra criatura; (2) y desde la caída, no sin algún Mediador; ni por
la mediación de ningún otro, sino solamente de Cristo. (3)
1. Juan 5:13; 2 Corintios 13:14; Mateo 4:10.
2. Colosenses 2:18; Apocalipsis 19:10; Romanos 1:25.
3. Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5; Efesios 2:18; Colosenses
3:17.
III.
Siendo la oración como acción de gracias una
parte especial de la adoración religiosa, (1) la exige Dios de todos los
hombres, (2) y para que pueda ser aceptada debe hacerse en el nombre del Hijo,
(3) con la ayuda del Espíritu, (4) conforme a su voluntad, (5) con
entendimiento, reverencia, humildad, fervor, fe, amor y perseverancia; (6) y si
se hace oralmente, en una lengua conocida. (7)
1. Filipenses 4:6.
2. Salmos 65:2.
3. Juan 14:13,14; 1 Pedro 2:5.
4. Romanos 8:26.
5. 1 Juan 5:14.
6. Salmos 47:7; Eclesiastés 5:1,2; Hebreos 12:28; Génesis
18:27; Santiago 5:16; 1:6,7; Efesios 6:18; Marcos 11:24; Mateo 6:12,14,15;
Colosenses 4:2.
7. 1 Corintios 14:14.
IV.
La oración ha de hacerse por cosas lícitas, (1)
y a favor de toda clase de hombres que ahora viven, o que vivirán después; (2)
pero no de los muertos (3) ni de aquellos de quienes se pueda saber que hayan
cometido el pecado de muerte. (4)
1. 1 Juan 5:14.
2. 1 Timoteo 2:1,2; Juan 17:20; 2 Samuel 7:29; Rut 4:12.
3. 2 Samuel 12:21-23; Lucas 16:25,26; Apocalipsis 14:13.
4. 1 Juan 5:16.
V.
La lectura de las Escrituras con temor
reverencial; (1) la sólida predicación, (2) y el escuchar conscientemente la
palabra, en obediencia a Dios, con entendimiento, fe y reverencia; (3) el
cantar salmos con gracia en el corazón; (4) y también la debida administración
y la recepción digna de los sacramentos instituidos por Cristo; todas estas
cosas son parte de la adoración religiosa ordinaria a Dios; (5) y además, los
juramentos religiosos, (6) los votos, (7) los ayunos solemnes, (8) y las
acciones de gracias en ocasiones especiales, (9) han de usarse, en sus tiempos
respectivos, de una manera santa y religiosa. (10)
1. Hechos 15:21; Apocalipsis 1:3.
2. 2 Timoteo 4:2.
3. Santiago 1:22; Hechos 10:33; Hebreos 4:2; Mateo 13:19;
Isaías 66:2.
4. Colosenses 3:16; Efesios 5:19; Santiago 5:13.
5. Mateo 28:19; Hechos 2:42; 1 Corintios 11:23-29.
6. Deuteronomio 6:13; Nehemías 10:29.
7. Eclesiastés 5:4,5; Isaías 19:21.
8. Joel 2:12; Mateo 9:15; 1 Corintios 7:5; Ester 4:16.
9. Salmos 107; Ester 9:22.
10. Hebreos 12:28.
VI.
Ahora bajo el Evangelio, ni la oración ni
ninguna otra parte de la adoración religiosa están limitados a un lugar, ni son
más aceptables por el lugar en que se realizan, o hacia el cual se dirigen; (1)
sino que Dios ha de ser adorado en todas partes (2) en espíritu y en verdad;
(3) tanto en lo privado en las en las familias (4) diariamente, (5) y en
secreto cada uno por sí mismo; (6) así como de una manera más solemne en las
reuniones públicas, las cuales no han de descuidarse ni abandonarse
voluntariamente o por negligencia, cuando Dios por su palabra y providencia nos
llama a ellas. (7)
1. Juan 4:21.
2. Malaquías 1:11; 1 Timoteo 2:8.
3. Juan 4:23,24.
4. Jeremías 10:25; Deuteronomio 6:6,7; Job 1:5; 2 Samuel
6:18-20; 1 Pedro 3:7; Hechos 10:2.
5. Mateo 6:11.
6. Mateo 6:6; Efesios 6:18.
7. Isaías 56:6,7; Hebreos 10:25; Proverbios 1:20,21,24;
8:34; Hechos 13:42; Lucas 4:16; Hechos 2:42.
VII.
Así como es la ley de la naturaleza que en lo
general una proporción debida de tiempo se dedique a la adoración de Dios; así
en su palabra, por un mandamiento positivo, moral y perpetuo que obliga a todos
los hombres en todos los tiempos, Dios ha señalado particularmente un día de cada
siete, para que sea guardado como un reposo santo para EL; (1) el cual desde el
principio del mundo hasta la resurrección de Cristo, fue el último día de la
semana; y desde la resurrección de Cristo fue cambiado el primer día de la
semana, (2) al que se le llama en las Escrituras día del Señor (3) y debe ser
perpetuado hasta el fin del mundo como el día de reposo cristiano. (4)
1. Exodo 20:8,10,11; Isaías 56:2,4,6,7.
2. Génesis 2:2,3; 1 Corintios 16:1,2; Hechos 20:7.
3. Apocalipsis 1:10.
4. Exodo 20:8,10; Mateo 5:17,18.
VIII. Este
día de reposo se guarda santo para el Señor, cuando los hombres después de la
debida preparación de su corazón y arreglados con anticipación todos sus
asuntos ordinarios, no solamente guardan un santo descanso durante todo el día
de sus propias labores, palabras y pensamientos acerca de sus empleos y
diversiones mundanales; (1) sino que también dedican todo el tiempo al
ejercicio de la adoración pública y privada, y en los deberes de caridad y de
misericordia. (2)
1. Exodo 20:8; 16:23,25,26,29,30; 31:15-17; Isaías 58:13;
Nehemías 13:15,19,21,22.
2. Isaías 58:13; Mateo 12:1-13.
Capítulo 22
DE LOS JURAMENTOS Y
DE LOS VOTOS LICITOS
I.
Un juramento lícito es una parte de la adoración
religiosa (1) por el cual una persona, en la debida ocasión, al jurar
solemnemente, pone a Dios como testigo de lo que afirma o promote, y para que
le juzgue conforme a la verdad o a la falsedad de lo que jura. (2)
1. Deuteronomio 10:20.
2. Exodo 20:7; Levítico 19:12; 2 Corintios 1:23; 2
Crónicas 6:22,23.
II.
Sólo en el nombre de Dios deben jurar los
hombres, y este nombre ha de usarse con todo temor santo y con reverencia. (1)
Por lo tanto, jurar vana o temerariamente en ese nombre glorioso y terrible, o
definitivamente jurar por cualquier otra cosa, es pecaminoso y debe
aborrecerse. (2) Sin embargo, como en asuntos de peso y de importancia, un
juramento está justificado por la Palabra de Dios, tanto en el Nuevo Testamento
como en el Antiguo, (3) por eso, cuando una autoridad legítima exija un
juramento legal para tales asuntos, este juramento debe hacerse. (4)
1. Deuteronomio 6:13.
2. Jeremías 5:7; Santiago 5:12; Exodo 20:7; Mateo
5:34,37.
3. Hebreos 6:16; Isaías 65:16; 2 Corintios 1:23.
4. 1 Reyes 8:31; Esdras 10:5; Nehemías 13:25.
III.
Todo aquel que hace un juramento debe considerar
seriamente la gravedad de un acto tan solemne, y por lo tanto no afirmar sino
aquello de lo cual esté plenamente persuadido de que es la verdad. (1) Ni
tampoco puede algún hombre obligarse por un juramento a alguna cosa, sino a lo
que es bueno y justo, y a lo que el cree que lo es, y a lo que es capaz y está
dispuesto a cumplir. (2) Sin embargo, es un pecado rehusar un juramento tocante
a una cosa que es buena y justa, cuando sea exigida por una autoridad legítima.
(3)
1. Jeremías 4:2; Exodo 20:7
2. Génesis 24:2,3,5,6,8,9.
3. Números 5:19,21; Nehemías 5:12; Exodo 22:7-11.
IV.
Un juramento debe hacerse en el sentido claro y
común de las palabras, sin equivocación o reservas mentales. (1) Tal juramento
no puede obligar a pecar; pero en todo aquello que no sea pecaminoso,
habiéndose hecho, es obligatorio cumplirlo aun cuando sea en el propio daño del
que lo hizo, (2) ni debe violarse porque haya sido hecho a herejes o a
incrédulos. (3)
1. Salmos 24:4; Jeremías 4:2.
2. Salmos 15,4; 1 Samuel 25:22, 32-34.
3. Ezequiel 17:16,18,19; Josué 9:18,19 con 2 Samuel 21:1.
V.
Un voto es de naturaleza semejante a la de un
juramento promisorio, y debe hacerse con el mismo cuidado religioso y cumplirse
con la misma fidelidad. (1)
1. Isaías
19:21; Eclesiastés 5:4-6; Salmos 61:8; 66:13,14.
VI.
El voto no debe hacerse a ninguna criatura sino
solo a Dios, (1) y para que sea acepto ha de hacerse voluntariamente, en fe y
conciencia del deber, como muestra de gratitud por la misericordia recibida, o
bien para obtener lo que queremos; por lo que nos obligamos a cumplir más
estrictamente nuestros deberes necesarios u otras cosas, en cuanto puedan
ayudarnos adecuadamente al cumplimiento de ellos. (2)
1. Salmos 76:11; Jeremías 44:25,26.
2. Deuteronomio 23:21-23; Salmos 50:14; Génesis 28:20-22;
1 Samuel 1:11; Salmos 132:2-5; 66:13,14.
VII.
Ningún hombre puede hacer voto para ejecutar
alguna cosa prohibida en la Palabra de Dios, o que impida el cumplimiento de
algún deber ordenado en ella, o una cosa que no está en su capacidad, y para
cuya ejecución no tenga ninguna promesa de ayuda por parte de Dios. (1) A tales
respectos, los votos monásticos de los papistas de celibato perpetuo, de
pobreza y de obediencia a las reglas eclesiásticas, están tan lejos de ser
grados de perfección superior, que no son sino supersticiones y trampas
pecaminosas en las que ningún cristiano debe enredarse. (2)
1. Hechos 23:12,14; marcos 6:26; Números 30:5,8,12 y 13.
2. Mateo 19:11,12; 1 Corintios 7:2,9; 7:23; Efesios 4:28;
1 Pedro 4:2.
Capítulo 23
DEL MAGISTRADO CIVIL
I.
Dios, el Supremo Señor y Rey de todo el mundo,
ha instituido a los magistrados civiles para estar sujetos a El, gobernando al
pueblo para la gloria de Dios y el bien público; y con este fin les ha armado
con el poder de la espada, para la defensa y aliento de los que son buenos,
para el castigo de los malhechores. (1)
1. Romanos
13:1-4; 1 Pedro 2:13,14.
II.
Es lícito para los cristianos aceptar y
desempeñar el cargo de magistrado cuando sean llamados para ello; (1) en el
desempeño de su cargo, deben mantener especialmente la piedad, la justicia y la
paz, según las leyes sanas de cada estado, (2) así con este fin, bajo el Nuevo
Testamento, pueden legalmente ahora hacer la guerra en ocasiones justas y
necesarias. (3)
1. Proverbios 8:15,16; Romanos 13:1,2,4.
2. Salmos 2:10-12; 1 Timoteo 2:2; Salmos 82:3,4; 2 Samuel
23:3; 1 Pedro 2:13.
3. Lucas 3:14; Mateo 8:9,10; Hechos 10:1,2; Romanos 13:4;
Apocalipsis 17:14,16.
III.
Los magistrados civiles no deben tomar para sí
la administración de la palabra y de los sacramentos; (1) o el poder de las
llaves del reino de los cielos; (2) ni se entremeterán en lo más mínimo en
asuntos de la fe. (3) Sin embargo, como padres cuidadosos es el deber de los
magistrados civiles proteger la Iglesia de nuestro Señor común, sin dar
preferencia a alguna denominación de cristianos sobre las demás, de tal modo,
que todas las personas eclesiásticas, cualesquiera que sean, gocen de completa,
gratuita e incuestionable libertad, para desempeñar cada parte de sus funciones
sagradas, sin violencia ni peligro. (4) Y como Jesucristo ha designado un
gobierno regular y una disciplina en su Iglesia, ninguna ley de estado alguno
debe interferir con ella, estorbar o limitar los ejercicios debidos entre los
miembros voluntarios de alguna denominación de cristianos conforme a su propia
confesión y creencia. (5) Es el deber de los magistrados civiles proteger a la
persona y buen nombre de todo su pueblo, de una manera tan efectiva que no se
permita que ninguna persona, sobre pretexto de religión o por incredulidad
cometa alguna indignidad, violencia, abuso o injuria a otra persona cualquiera;
debiendo procurar además que todas las reuniones eclesiásticas y religiosas se
lleven a cabo sin molestia o disturbio.
(6)
1. 2 Crónicas 26:18.
2. Mateo 16:19.
3. Juan 18:36.
4. Isaías 49:23.
5. Salmos 105:15.
6. 2 Samuel 23:2; 1 Timoteo 2:1; Romanos 13:4.
IV.
Es el deber del pueblo orar por los magistrados,
(1) honrar sus personas, (2) pagarles tributo y otros derechos, (3) obedecer
sus mandatos legales y estar sujetos a su autoridad por causa de la conciencia.
(4) La infidelidad o la diferencia de religión no invalida la autoridad legal y
justa del magistrado, ni exime al pueblo de la debida obediencia a él; (5) de
la cual las personas eclesiásticas no están exentas; (6) mucho menos tiene el
Papa algún poder o jurisdicción sobre los magistrados en sus dominios, ni sobre
alguno de los de su pueblo; y mucho menos tiene poder para quitarles sus
propiedades o la vida, si les juzgara herejes, o por cualquier otro pretexto.
(7)
1. 1 Timoteo 2:1,2.
2. 1 Pedro 2:17.
3. Romanos 13:6,7.
4. Romanos 13:5; Tito 3:1.
5. 1 Pedro 2:13,14,16.
6. Romanos 13:1; 1 Reyes 2:35; Hechos 25:9-11; 2 Pedro
2:1,10,11; Judas 8-11.
7. 2 Tesalonicenses 2:4; Apocalipsis 13:15-17.
Capítulo 24
DEL MATRIMONIO Y DEL DIVORCIO
I.
El matrimonio es la unión entre un hombre y una
mujer, diseñado por Dios para durar mientras ambos tengan vida. (1)
1. Génesis 2:23,24; 1 Corintios 7.2,39; Mateo 19:4-6;
Efesios 5.28,31,33; 1 Corintios 13.8,13; Mateo 5.31,32; Marcos 10.5-9; Romanos
7.2,3.
II.
El matrimonio ha sido diseñado para la ayuda
mutua del esposo y de la esposa; (1) para salvaguardar, afimar y desarrollar su
carácter moral y espiritual (2); para la propagación de niños y su edificación
en la disciplina e instrucción del Señor (3).
1. Génesis 2.18,24.
2. Genesis 1.27,28; Efesios 5.22,23; Colosenses 3.18,19;
Génesis 2.18-25; 1 Corintios 7.3-5,9,36.
3. Génesis 1.27,28; Génesis 9.1; Malaquías 2.15; Mateo
18.5,6,10,14; Mateo 19.14; Efesios 6.1-4; Colosenses 3.20,21; Marcos 10.13-16;
Lucas 18.15-17.35. Génesis 1.27,28.
III.
Toda persona que con juicio es capaz de dar su
consentimiento, puede casarse (1), excepto dentro de los grados de
cosanguinidad prohibidos por las Escrituras (2), y tales matrimonios son
validos frente a Dios ante los ojos de la iglesia (3). Pero ningún matrimonio
será cristiano en espíritu o en propósito salvo que ambas partes estén
comprometidas a una fe cristiana y a una profunda intención compartida de
construir un hogar cristiano. Los cristianos evangélicos deberían buscar
conyuges que sostengan en común una sólida fe cristiana evangélica (4).
1. Génesis 1.27,28.
2. Marcos 6.18; 1 Corintios 5.1; Levítico 18.6-18.
3. Marcos 1.30; Juan 2.1,2; 1 Timoteo 5.14; Hebreos 13.4;
1 Corintios 7.7,36; 1 Corintios 9.5; 1 Timoteo 4.3.
4. 1 Corintios 7, especialmente v.39; 2 Corintios
6.14,15.
IV.
El matrimonio para el cristiano tiene una
significancia tanto religiosa como civil (1). La contribución distintiva de la
iglesia en realizar la ceremonia del matrimonio es afirmar la institución
divina del matrimonio (2); invocar la bendición de Dios sobre aquellos que
ingresan en el vínculo matrimonial de acuerdo a su Palabra (3); escuchar los
votos de aquellos que desean casarse; y asegurar a las partes la gracia de Dios
dentro de su nueva relación (4).
1. Proverbios 18.22; Mateo 19.6; Efesios 5.29,30,32;
Marcos 10.9,11,12.
2. Genesis 1.27,28.
3. Marcos 10.9
4. Efesios 5.22,23.
V.
La intención divina es que las personas que
ingresan al pacto matrimonial sean unidos inseparablemente, por lo tanto
imposibilitando su disolución salvo por muerte ya sea del esposo o de la esposa
(1). Sin embargo, las debilidades de una o ambas partes pueden llevar a una
notoria y persistente negación de los votos matrimoniales; pero solo en casos
de infidelidad (fisica o espiritual) extrema, obstinada e irremediable deberá
considerarse la separación o el divorcio. Tal separación o divorcio es aceptada
como permisible ante la falta de una o ambas partes, y de ninguna manera
disminuye la intención divina respecto de la indisolubilidad de la unión (2).
1. Génesis 2.23-24; Mateo 5.31,32; marcos 10.5-9; Romanos
7.2,3; 1 Corintios 7.2,10,11,39; Efesios 5.28,31,33; Mateo 19.4-9; 1 Corintios
13.4-13.
2. Marcos 10.4-9; 1 Corintios 7.12,13,15; Mateo 19.7-9.
VI.
El nuevo casamiento de personas divorciadas
puede ser sancionado por la iglesia, atendiendo al evangelio redentor de
Cristo, cuando resulte evidente una penitencia suficiente por el pecado y la
falta cometidas, y cuando sea manifiesto su firme propósito y esfuerzo hacia un
casamiento cristiana (1).
1. 2 Samuel 12.13; Nehemias 9.17; Salmos 32.5; Mateo
12.31ª; Mateo 21.31,32; Juan 8.3,11; Romanos 3.23; Gálatas 6.1; 1 Timoteo 2.4;
Hebreos 7.25; 1 Juan 1.9; 1 Juan 2.1,2; Lucas 7.36-50; Lucas 15.11-32; Juan
3.16,17; Romanos 10.9,10.
VII.
Las personas divorciadas deberían reflexionar en
oración y descubrir si la voluntad de Dios para con ellas es permanecer
solteras, ya que un fracaso en este sentido eleva la importante pregunta de si
es conveniente y prudente comprometerse a una nueva unión (2).
2. Mateo
5.31,32; 1 Corintios 7.10,11,20,32-35; Marcos 10.11; Lucas 16.18.
Capítulo 25
DE LA IGLESIA
I.
La iglesia católica o universal, que es
invisible, se compone del número de los elegidos que han sido, son o serán
reunidos en uno, bajo Cristo la cabeza de ella; y es la esposa, el cuerpo, la
plenitud de Aquel que llena todo en todo. (1)
1. Efesios
1:10,22,23; 5:23,27,32; colosenses 1:18.
II.
La iglesia visible, que también es católica o
universal bajo el evangelio (no está limitada a una nación como anteriormente
en el tiempo de la ley), se compone de todos aquellos que en todo el mundo
profesan la religión verdadera, (1) juntamente con sus hijos, (2) y es el reino
del Señor Jesucristo, (3) la casa y familia de Dios, (4) fuera de la cual no
hay posibilidad ordinaria de salvación. (5)
1. 1 Corintios 1:2; 12:12,13; Salmos 2:8; Apocalipsis
7:9; Romanos 15:9-12.
2. 1 Corintios 7:14; Hechos 2:39; Ezequiel 16:20-21;
Romanos 11:16; Génesis 3:15; 17:7.
3. Mateo 13:47; Isaías 9:7.
4. Efesios 2:19; 3:15.
5. Hechos 2:47.
III.
A esta iglesia católica visible ha dado Cristo
el ministerio, los oráculos y los sacramentos de Dios, para reunir y
perfeccionar a los santos en esta vida y hasta el fin del mundo; y por su
propia presencia y espíritu, de acuerdo con su promesa los hace eficientes para
ello. (1)
1. 1
Corintios 12:28; Efesios 4:11-13; Isaías 59:21; Mateo 28:19,20.
IV.
Esta iglesia católica ha sido más visible en unos
tiempos que en otros. (1) Y las iglesias específicas que son parte de ella, son
más puras o menos puras, de acuerdo como se enseñe y se abrace la doctrina del
Evangelio, se administren los sacramentos y se celebre con mayor o menor pureza
el culto público en ellas. (2)
1. Romanos 11:3,4; Apocalipsis 12:6,14.
2. 1 Corintios 5:6,7; Apocalipsis 2 y 3.
V.
Las más puras iglesias bajo el cielo están
expuestas tanto a la impureza como al error, (1) y algunas han degenerado tanto
que han llegado a ser, no iglesias de Cristo, sino sinagogas de Satanás. (2)
Sin embargo, siempre habrá una iglesia en la tierra para adorar a Dios conforme
a su voluntad. (3)
1. 1 Corintios 13:12; Mateo 13:24-30,47; Apocalipsis 2 y
3.
2. Apocalipsis 18:2; Romanos 11:18-22.
3. Mateo 16:18; 28:19-20; Salmos 72:17; 102:28.
VI.
No hay otra cabeza de la Iglesia sino el Señor
Jesucristo; (1) ni puede en ningún sentido el Papa de Roma ser cabeza de ella;
ya que es aquel anticristo, aquel hombre de pecado, e hijo de perdición que se
exalta en la Iglesia contra Cristo y contra todo lo que se llama Dios. (2)
1. Colosenses 1:18; Efesios 1:22.
2. Mateo 23:8-10; 2 Tesalonicenses 2:3,4,8,9; Apocalipsis
13:6.
Capítulo 26
DE LA COMUNION DE LOS SANTOS
I.
Todos los santos que están unidos a Jesucristo
su cabeza, por su Espíritu y por la fe, tienen comunión con El en sus gracias,
sufrimientos, muerte, resurrección y gloria. (1) Y estando unidos unos a otros
en amor, tienen comunión en sus mutuos dones y gracias; (2) y están obligados
al cumplimiento de tales deberes, públicos y privados, que conducen a su mutuo
bien, tanto en el hombre interior como en el exterior. (3)
1. 1 Juan 1:3; Efesios 3:16-19; Juan 1:16; Efesios 2:5,6;
Filipenses 3:10; Romanos 6:5,6; 2 Timoteo 2:12.
2. Efesios 4:15,16; 1 Corintios 12:7; 3:21-23; Colosenses
2:19.
3. 1 Tesalonicenses 5:11,14; Romanos 1:11,12,14; Gálatas
6:10; 1 Juan 3:16-18.
II.
Los santos, por profesión, están obligados a
mantener una comunión y un compañerismo santos en la adoración a Dios y a
realizar los otros servicios espirituales que promueven su edificación mutua;
(1) y también a socorrerse los unos a los otros en las cosas externas, de
acuerdo con sus diferentes habilidades y necesidades. Esta comunión debe
extenderse, según Dios presente la oportunidad, a todos aquellos que en todas
partes invocan el nombre del Señor Jesús. (2)
1. Hebreos 10:24,25; Hechos 2:42,46; Isaías 2:3; 1
Corintios 11:20.
2. Hechos 2:44,45; 1 Juan 3:17; Hechos 11:29,30; 2
Corintios 8:9.
III.
Esta comunión que los santos tienen con Cristo
no les hace de ninguna manera partícipes de la sustancia de su divinidad; ni
ser iguales a Cristo en ningún respecto; el afirmar cualquiera de estas cosas
sería impiedad y blasfemia. (1) Tampoco la mutua comunión como santos, invalida
ni infringe el título o propiedad que cada hombre tiene sobre sus bienes y
posesiones. (2)
1. Isaías 42:8; Colosenses 1:18,19; 1 Corintios 8:6;
Salmos 45:7; 1 Timoteo 6:15,16; Hebreos 1:8,9.
2. Hechos 5:4; Exodo 20:15; Efesios 4:28.
Capítulo 27
DE LOS SACRAMENTOS
I.
Los sacramentos son señales y sellos santos del
pacto de gracia, (1) instituidos directamente por Dios, (2) para representar a
Cristo y a sus beneficios y para confirmar nuestra participación en él, (3) y
también para establecer una distinción visible entre aquellos que pertenecen a
la iglesia y el resto del mundo, (4) y para obligarlos solamente al servicio de
Dios en Cristo, conforme a Su Palabra. (5)
1. Romanos 4:11; Génesis 17:7,10.
2. Mateo 28:19; 1 Corintios 11:23.
3. 1 Corintios 10:16; 11:25,26; Gálatas 3:27.
4. Romanos 15:8; Exodo 12:48; Génesis 34:14.
5. Romanos 6:3,4; 1 Corintios 10:16,21.
II.
Hay en cada sacramento una relación espiritual o
unión sacramental entre la señal y la cosa significada; de donde llega a
suceder que los hombres y efectos del uno se atribuyen al otro. (1)
1. Génesis
17:10; Mateo 26:27,28; Tito 3:5.
III.
La gracia que se manifiesta en los sacramentos o
por ellos, mediante su uso correcto no se confiere por algún poder que hay en
ellos; ni depende la eficacia de un sacramento de la piedad o intención del que
lo administra, (1) sino de la obra del Espíritu, (2) y de la palabra de la
institución; la cual contiene junto con un precepto que autoriza el uso del
sacramento, una promesa de bendición para los que lo reciben dignamente. (3)
1. Romanos 2:28,29; 1 Pedro 3:21.
2. Mateo 3:11; 1 Corintios 12:13.
3. Mateo 26:27,28; 28:19,20.
IV.
Sólo hay dos sacramentos instituidos por Cristo
Nuestro Señor en el Evangelio; y son el Bautismo y la Cena del Señor; ninguno
de los cuales debe ser administrado sino por un ministro de la palabra
legalmente ordenado. (1)
1. Mateo
28:19; 1 Corintios 11:20,23; 4:1; Hebreos 5:4.
V.
Los sacramentos del Antiguo Testamento, en
cuanto a las cosas espirituales significadas y manifestadas por ellos, eran en
sustancia los mismos del Nuevo. (1)
1. 1
Corintios 10:1-4.
Capítulo 28
DEL BAUTISMO
I.
El Bautismo es un sacramento del Nuevo
Testamento, instituido por Jesucristo, (1) no para admitir solemnemente en la
iglesia visible a la persona bautizada, (2) sino también para que sea para ella
una señal y un sello del pacto de gracia, (3) de su injerto en Cristo, (4) de
su regeneración, (5) de la remisión de sus pecados, (6) y de su rendición a
Dios por Jesucristo, para andar en novedad de vida. (7) Este sacramento, por
institución propia de Cristo debe continuarse en su Iglesia hasta el fin del
mundo. (8)
1. Mateo 28:19.
2. 1 Corintios 12:13.
3. Romanos 4:11; Colosenses 2:11,12.
4. Gálatas 3:27; Romanos 6:5.
5. Tito 3:5.
6. Marcos 1:4.
7. Romanos 6:3,4.
8. Mateo 28:19,20.
II.
El elemento externo que ha de usarse en este
sacramento es agua, con la cual ha de ser bautizada la persona en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, por un ministro del Evangelio legalmente
llamado para ello. (1)
1. Mateo
3:11; Juan 1:33; Mateo 28:19,10.
III.
No es necesaria la inmersión de la persona en el
agua; sin embargo se administra correctamente el bautismo por la aspersión o
efusión del agua sobre la persona. (1)
1. Hechos
2:41; 16:33; Marcos 7:4; Hebreos 9:10, 19-22.
IV.
No sólo han de ser bautizados los que de hecho
profesan fe en Cristo y obediencia a EL, (1) sino también los niños hijos de
uno o de ambos padres creyentes. (2)
1. Marcos 16:15,16; Hechos 8:37,38.
2. Génesis 17:7,9; Gálatas 3:9,14; Colosenses 2:11,12;
Hechos 2:38,39; Romanos 4:11,12; 1 Corintios 7:14; Mateo 28:19; Marcos
10:13-16; Lucas 18:15.
V.
Aun cuando el menosprecio o descuido de este
sacramento sea un pecado grave, (1) sin embargo, la gracia y la salvación no
están tan inseparablemente unidas a ella, de manera que no pueda alguna persona
ser regenerada o salvada sin el bautismo,
(2) o que todos los que son bautizados sean indudablemente
regenerados. (3)
1. Lucas 7:30 con Exodo 4:24-26.
2. Romanos 4:11; Hechos 10:2,4,22,31,45,47.
3. Hechos 8:13,23.
VI. La
eficacia del bautismo no está ligada al preciso momento en que es administrado;
(1) sin embargo, por el uso correcto de este sacramento, la gracia prometida no
solamente se ofrece, sino que realmente se manifiesta y se otorga por el
Espíritu Santo a aquellos (sean adultos o infantes) a quienes corresponde
aquella gracia, según el consejo de la propia voluntad de Dios; en su debido
tiempo. (2)
1. Juan 3:5,8.
2. Gálatas 3:27; Tito 3:5; Efesios 5:25,26; Hechos
2:38,41.
VII. El
sacramento del bautismo ha de administrarse una sola vez a cada persona. (1)
1. Tito 3:5.
Capítulo 29
DE LA CENA DEL SENOR
I.
Nuestro Señor Jesús, la noche que fue entregado,
instituyó el sacramento de su cuerpo y de su sangre, llamado la Cena del Señor,
para que se observará en su Iglesia hasta el fin del mundo, para un recuerdo
perpetuo del sacrificio de sí mismo en su muerte, para sellar en los verdaderos
creyentes los beneficios de ella, para su alimentación espiritual y crecimiento
en EL, para un mayor compromiso en y hacia todas las obligaciones que le deben
a Cristo; y para ser un lazo y una prenda de su comunión con EL y de su mutua
comunión, como miembros de su cuerpo místico. (1)
1. I
Corintios 11:23-26; 10:16,17, 21 y 12:13.
II.
En este sacramento Cristo no es ofrecido a su
Padre, ni se hace ningún verdadero sacrificio por la remisión de los pecados de
los vivos ni de los muertos; (1) sino que solamente es una conmemoración del
único ofrecimiento de sí mismo y por sí mismo en la cruz, una sola vez para
siempre y una ofrenda espiritual de la mayor alabanza posible a Dios a causa de
esto. (2) Así que el sacrificio papal de la misa, como ellos le llaman, es la
injuria más abominable al único sacrificio de Cristo, la única propiciación por
todos los pecados de los elegidos. (3)
1. Hebreos 9:22,25,26,28.
2. 1 Corintios 11:24-26; Mateo 26:26,27. 3. Hebreos
7:23,24,27 y 10:11,12,14,18.
III.
El Señor Jesús, en este sacramento, ha designado
a sus ministros que declaren al pueblo su palabra de institución, que oren y
bendigan los elementos del pan y del vino, y que los aparten así del uso común
para el servicio sagrado; que tomen y partan el pan, y beban de la copa y
(participando ellos mismos), den de los dos elementos a los comulgantes; (1) pero
no a ninguno que no esté presente entonces en la congregación. (2)
1. Mateo 26:26-28; y Marcos 14:22-24; y Lucas 22:19,20; 1
Corintios 11:23-26.
2. Hechos 20:7; 1 Corintios 11:20.
IV.
Las misas privadas o la recepción de este
sacramento de un sacerdote o por cualquier otro privadamente; (1) como también
el negar la copa al pueblo; (2) el adorar los elementos, el elevarlos o
llevarlos de un lugar a otro para adorarlos y el guardarlos para pretendidos
usos religiosos; todo esto es contrario a la naturaleza de este sacramento y a
la institución de Cristo. (2)
1. 1 Corintios 10:16.
2. Marcos 14:23; 1 Corintios 11:25-29.
3. Mateo 15:9.
V.
Los elementos exteriores de este sacramento,
debidamente apartados para los usos ordenados por Cristo, tienen tal relación
con El crucificado, que verdadera aunque sólo sacramentalmente, se llaman
algunas veces por el nombre de las cosas que representan, a saber: el cuerpo y
la sangre de Cristo; (1) no obstante, en sustancia y en naturaleza ellos
todavía son verdadera y solamente pan y vino, como eran antes.
(2)
1. Mateo 26:26-28.
2. 1 Corintios 11:26-28; Mateo 26:29.
VI.
Esa doctrina que sostiene un cambio de sustancia
del pan y del vino a la sustancia del cuerpo y de la sangre de Cristo, (llamada
comúnmente transubstanciación), por la consagración del sacerdote, o de algún
otro modo, es repugnante no sólo a la Escritura sino también a la razón y al
sentido común; echa abajo la naturaleza del sacramento; y ha sido y es la causa
de muchísimas supersticiones, y además una crasa idolatría. (1)
1. Hechos
3:21; 1 Corintios 11:24-26; Lucas 24:6,39.
VII.
Los que reciben dignamente este sacramento,
participando exteriormente de los elementos visibles, (1) también participan
interiormente, por la fe, de una manera real y verdadera aunque no carnal ni
corporal, sino alimentándose espiritualmente de Cristo crucificado y recibiendo
todos los beneficios de su muerte. El cuerpo y la sangre de Cristo no están
entonces ni carnal ni corporalmente dentro, con o bajo el pan y el vino; sin
embargo, están real pero espiritualmente presentes en aquella ordenanza para la
fe de los creyentes, tanto como los elementos mismos lo están para sus sentidos
corporales. (2)
1. 1 Corintios 11:28.
2. 1 Corintios 10:16.
VIII. Aunque
los ignorantes y malvados reciban los elementos exteriores en este sacramento,
con todo, no reciben lo significado por ellos, sino que por acercarse
indignamente son culpados del cuerpo y de la sangre del Señor para su propia
condenación. Entonces, todas las personas ignorantes e impías
como no son aptas para gozar de comunión con EL, tampoco
son dignas de acercarse a la mesa del Señor, y mientras permanezcan en ese
estado, no pueden, sin cometer un gran pecado contra Cristo, participar de
estos sagrados misterios, (1) ni ser admitidos a ellos. (2)
1. 1 Corintios 11:27-29; 2 Corintios 6:14-16.
2. 1 Corintios 5:6,7,13; 2 Tesal. 3:6,14,15; Mateo 7:6.
Capítulo 30
DE LA DISCIPLINA ECLESIASTICA
I.
El Señor Jesús como Rey y Cabeza de su Iglesia,
ha designado en ella un gobierno dirigido por oficiales de la iglesia,
diferentes de los magistrados civiles. (1)
1. Isaías 9:6,7; 1 Timoteo 5:17; 1 Tesal. 5:12; Hechos 20:17,18; 1
Corintios 12:28; Hebreos 13:7,17,24; Mateo 28:18-20.
II.
A estos oficiales han sido entregadas las llaves
del reino de los cielos, en virtud de lo cual tienen poder respectivamente para
retener y remitir pecados, para cerrar aquel reino a los que no se arrepienten
tanto por la palabra como por la disciplina; y para abrirlo a los pecadores
arrepentidos, por el ministerio del Evangelio, y por la absolución de la
disciplina según lo requieran las circunstancias. (1)
1. Mateo
16:19 y 18:17,18; Juan 20:21-23; 2 Corintios 2:6-8.
III.
La disciplina eclesiástica es necesaria para
ganar y hacer volver a los hermanos que ofenden; para disuadir a otros de
cometer ofensas semejantes; para purgar de la mala levadura que puede infectar
toda la masa; para vindicar el honor de Cristo y la santa profesión del
Evangelio; para prevenir la ira de Dios que justamente podría caer sobre la
Iglesia si ella consintiera que su pacto y sus sellos fuesen profanados por
ofensores notorios y obstinados. (1)
1. 1
Corintios 5; 1 Timoteo 5:20 y 1:20; Mateo 7:6; 1 Corintios 11:27-34 con Judas
23.
IV.
Para lograr mejor estos fines, los oficiales de
la iglesia deben proceder por la amonestación, por la suspensión del sacramento
de la Santa Cena por un tiempo, y por la excomunión de la iglesia, según la
naturaleza del crimen y la ofensa de la persona. (1)
1. 1 Tesal.
5:12; 2 Tesal. 3:6,14,15; 1 Corintios 5:4,5; 13; Mateo 18:17; Tito 3:10.
Capítulo 31
DE LOS SINODOS Y CONCILIOS
I.
Para el mejor gobierno y mayor edificación de la
iglesia debe haber tales asambleas como las comúnmente llamadas sínodos o
concilios, (1) y corresponde a los presbíteros y otros oficiales de las
determinadas iglesias, en virtud de su oficio y del poder que Cristo les ha
dado para edificación y no para destrucción, convocar tales asambleas, (2) y
reunirse en ellas con tanta frecuencia como juzguen conveniente para el bien de
la iglesia. (3)
1. Hechos 15:2,4,6.
2. Hechos 15.
3. Hechos 15:22,23,25.
II.
Corresponde a los sínodos y a los concilios
determinar, como magistrados, en las controversias de fe y casos de conciencia,
establecer reglas e instrucciones para el mejor orden en el culto público a
Dios y en el gobierno de su iglesia, recibir reclamaciones en casos de mala
administración y
determinar con autoridad en las mismas. Tales decretos y
determinaciones, si concuerdan con la palabra de Dios, deben ser recibidos con
reverencia y sumisión, no sólo por su concordancia con la palabra, sino también
por el poder por el cual son hechos, siendo éste una ordenanza de Dios
instituida en su Palabra. (1)
1. Hechos
15:15,19,24,27-31; 16:4; Mateo 18:17-20.
III.
Todos los sínodos o concilios desde los tiempos de
los apóstoles, ya sean generales o particulares, pueden errar, y muchos han
errado; por eso es que no deben ser la regla de fe o de conducta, sino una
ayuda para ambas. (1)
1. Hechos
17:11; 1 Corintios 2:5; 2 Corintios 1:24; Efesios 2:20.
IV.
Los sínodos y los concilios no deben tratar ni
decidir más que lo que es eclesiástico, y no deben entrometerse en los asuntos
civiles que conciernen al estado, sino únicamente por medio de petición humilde
en casos extraordinarios; o por medio de consejo para satisfacer la conciencia,
si para ello son solicitados por el magistrado civil. (1)
1. Lucas 12:13,14; Juan 18:36.
Capítulo 32
DEL ESTADO DEL HOMBRE
DESPUES DE LA MUERTE Y DE LA RESURRECCION DE LOS MUERTOS
I.
Los cuerpos de los hombres después de la muerte
vuelven al polvo y ven la corrupción, (1) pero sus almas (que ni mueren ni
duermen), teniendo una subsistencia inmortal, vuelven inmediatamente a Dios que
las dio. (2) Las almas de los justos, siendo entonces hechas perfectas en
santidad, son recibidas en los más altos cielos en donde contemplan la faz de
Dios en luz y gloria, esperando la completa redención de sus cuerpos. (3) Las
almas de los malvados son arrojadas al infierno, en donde permanecen atormentadas
y envueltas en densas tinieblas, en espera del juicio del gran día. (4) Fuera
de estos dos lugares para las almas separadas de sus cuerpos, la Escritura no
reconoce ningún otro.
1. Génesis 3:19; Hechos 13:36.
2. Lucas 23:43; Eclesiastés 12:7.
3. Hebreos 12:23; 2 Corintios 5:1,6,8; Filipenses 1:23;
Hechos 3:21; Efesios 4:10.
4. Lucas 16:23,24; Judas 6,7; Hechos 1:25; 1 Pedro 3:19.
II.
Los que se encuentren vivos en el último día, no
morirán sino que serán transformados, (1) y todos los muertos serán resucitados
con sus mismos cuerpos, y no con otros, aunque con diferentes cualidades, los
cuales serán unidos otra vez a sus almas para siempre. (2)
1. 1 Tesal. 4:17; 1 Corintios 15:51,52.
2. Job 19:26,27; 1 Corintios 15:42-44.
III.
Los cuerpos de los injustos, por el poder de
Cristo, resucitarán para deshonra; los cuerpos de los justos, por su Espíritu,
para honra; serán hechos entonces semejantes al cuerpo glorioso de Cristo. (1)
1. Hechos 24:15; Juan 5:28,29; Filipenses 3:21; 1
Corintios 15:43.
Capítulo 33
DEL JUICIO FINAL
I.
Dios ha establecido un día en el cual juzgará al
mundo con justicia por Jesucristo, (1) a quien todo poder y juicio es dado por
el Padre. (2) En tal día no sólo los ángeles apóstatas serán juzgados, (3) sino
que también todas las personas que han vivido sobre la tierra, comparecerán
delante del tribunal de Cristo para dar cuenta de sus pensamientos, palabras y
acciones, y para recibir conforme a lo que hayan hecho en su cuerpo, sea bueno
o malo. (4)
1. Hechos 17:31.
2. Juan 5:22,27.
3. 1 Corintios 6:3; Judas 6; 2 Pedro 2:4.
4. 2 Corintios 5:10; Eclesiastés 12:14; Romanos 2:16 y
14:10,12; Mateo 12:36,37.
II.
El propósito de Dios al establecer este día es
la manifestación de la gloria de su misericordia en la salvación eterna de los
elegidos, y la de su justicia en la condenación de los reprobados que son
malvados y desobedientes. Pues entonces los justos entrarán a la vida eterna y
recibirán la plenitud de gozo y refrigerio que vendrá de la presencia del
Señor; pero los malvados que no conocen a Dios ni obedecen el Evangelio de Jesucristo,
serán arrojados al tormento eterno y castigados con perdición perpetua, lejos
de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. (1)
1. Mateo
25:31-46; Romanos 2:5,6; 9:22,23; Mateo 25:21; Hechos 3:19; 2 Tesal. 1:7-10.
III.
Así como Cristo quiso que estuviésemos
ciertamente persuadidos de que habrá un día de juicio, tanto para disuadir a
todos los hombres de pecar, como para el mayor consuelo de los piadosos en su
adversidad; (1) así también mantendrá ese día desconocido para los hombres,
para que se desprendan de toda seguridad carnal y estén siempre vigilando
porque no saben a qué hora vendrá el Señor; y estén siempre listos para decir:
Ven, Señor Jesús; ven pronto. Amén. (2)
1. 2 Pedro 3:11,14; 2 Corintios 5:10,11; 2 Tesal. 1:5-7;
Lucas 21:27,28; Romanos 8:23,25.
2. Mateo 24:36,42,44; Marcos 13:35-37; Lucas 12:35,36;
Apocalipsis 22:20.
Capitulo 34
DEL ESPIRITU SANTO
1.
El Espíritu Santo, la tercer persona en la
Trinidad, procediendo del Padre y del Hijo, de una misma sustancia e igual en
poder y gloria, debe ser junto con el Padre y el Hijo, creído, amado, obedecido
y adorado a través de todos los tiempos.
2 Corintios 13.14; Juan 15.26; Mateo 28.19, Mateo 3.16,17; Efesios 4.30;
Efesios 2.18; Juan 14.26; Galatas 4.4-6; Hechos 5.3,4; Hechos 16.7; Hechos
2.33; Juan 20.22; Romanos 8.14; 1 Tesal. 5.19; Juan 4.24.
2.
Él es el Señor y Dador de vida, omnipresente, y
fuente de todo buenos pensamientos, de los deseos puros, y de los santos
consejos en los hombres. Por medio de él los profetas fueron movidos a hablar
la palabra de Dios, y todos los escritores de las Santas Escrituras inspirados
parar registrar infaliblemente la mente y la voluntad de Dios. La dispensación
del evangelio está especialmente sujeta a él. Él prepara el camino para el
evangelio, lo acompaña con su poder persuasivo, y urge su mensaje sobre la
razón y conciencia de los hombres, por lo que aquellos que rechazan su
ofrecimiento misericordioso no sólo se encuentran sin excusa, sino que son
culpables de resistirse al Espíritu Santo.
Genesis 1.2; Juan 3.5,7; Galatas 5.22,23; Juan 16.8,9;
2 Pedro 1.21; 2 Timoteo 3.16; 1 Corintios 2.9,10,13; Juan 16.13,14; 1 Tesal.
5.19; Salmos 104.30; Salmos 139.7; Hechos 28.25; Hechos 1.8; Hechos 2.7;
Romanos 8.9,14-16; Tito 3.5,6; Romanos 5.5; mateo 12.31,32.
3.
El Espíritu Santo, quien el Padre desea dar a
todo aquel que asi lo pida, es el único agente eficaz en la aplicación de la
redención. Él regenera a los hombres por medio de su gracia, les convence de
pecado, los mueve al arrepentimiento, y los persuade y les permite abrazar a
Jesucristo por la fe. Él une a todos los creyentes en Cristo, mora en ellos en
su calidad de Consolador y Santificador, entrega a ellos el espíritu de
Adopción y Oración, y lleva a cabo todos estos santos oficios para que sean
santificados y marcados para el día de la redención.
Hechos 2.38,
Lucas 11.13; Juan 16.7,8; Apoc. 22.17; Tito 3.5,6; 2 Tesal. 2.13; Romanos
8.15,16,26;
Efesios 4.30; Efesios 1.13; 1 Tesal. 1.5; Galatas 6.8; Efesios 2.18; Efesios
5.9; Efesios
4.3; Judas
20,21; Romanos 15.16; Hebreos 10.14,15; 1 Corintios 6.19; 1 Corintios 3.16.
4.
Por la presencia del Espiritu Santo, y siendo
todos los creyentes vitalmente unidos a Cristo, quien es la cabeza, están
unidos unos a otros en la Iglesia, que es su cuerpo. El llama y unge a los
ministros para su sagrada función, prepara a los demás funcionarios de la
iglesia en sus tareas especiales e imparte su gracia y dones diversos a sus
miembros. Hace eficaz la palabra y las ordenanzas del evangelio. Por medio de
él la iglesia será preservada, extendida, purificada, y en el final de los
tiempos será hecha perfectamente santa en la presencia de Dios.
Efesios
4.4-6,30; Efesios 5.18; Hechos 2.4; Hechos 13.2; 1 Corintios 12.4-13; Mateo
28.19; Hechos
20.28;
Hechos 6.3,5,6; Galatas 5.16,22,23; 2 Timoteo 3.16; Juan 16.13,14; 1 Corintios
2.10; Apoc.
2.7; Hechos
1.8; Apoc. 22.17.
Capítulo 35
DEL EVANGELIO DEL AMOR
DE DIOS Y LAS MISIONES
1.
Dios en su amor infinito y perfecto, habiendo
provisto en el pacto de gracia, mediante la mediación y sacrificio del Señor
Jesucristo, un camino de vida y salvación, suficente y que alcanza a toda la
perdida raza humana, ofrece gratuitamente en el evangelio ésta salvación a
todos los hombres.
Mateo
11.28,29; Tito 2.11; Jeremías 31.3; 1 Juan 4.9,16; Tito 3.4,5; Hebreos
13.20,21; Hebreos
12.22-24;
Hebreos 8.10; Efesios 2.8; 1 Timoteo 2.5,6; Hebreos 9.26; 1 Corintios 15.3;
Romanos
5.6,8; Juan 10.10,11; Juan 11.25; Juan 14.6,19; Filipenses 1.21; Hechos
4.12; Romanos 1.16; Hebreos 5.9; 2 Pedro 3.9; Mateo 24.14; Juan 4.42;
Apocalipsis 11.15; Romanos 6.23; 2 Corintios 9.15.
2.
En el evangelio, Dios declara su amor por el
mundo y su deseo de que todo hombre sea salvo; revela completa y claramente el
único camino de salvación; promete vida eterna a todos quienes verdaderamente
se arrepienten y creen en Cristo; invita y ordena a que todos abracen la
misericordia ofrecida; y por medio de su Espíritu que acompaña la palabra pide
a los hombres que acepten su gratuita invitación.
Juan 17.3;
Hechos 16.31; Hechos 2.38; 2 Pedro 3.9; Marcos 1.15; Hechos 17.30; Apocalipsis
22.17;
Juan 3.16,17; 1 Juan 4.9,10; Isaías 45.22; Hebreos
10.19-22; Juan 14.6; Romanos 10.9; 1 Pedro 1.8,9; Hebreos 3.7,8; 2 Corintios
6.2; Hebreos 4.16; Romanos 5.8; 2 Tesal. 3.5; Filipenses 2.12,13; Juan
16.13,14.
3.
Es el deber y el privilegio de todo aquel que
escucha el evangelio el aceptar sus provisiones misericordiosas en forma
inmediata; y aquellos que continuan en su impenitencia e incredulidad incurren
en culpa agravada y mueren por su propia falta.
Hebreos 2.3;
1 Tesal. 5.9,10; Juan 1.12; Hebreos 4.16; Apocalipsis 22.17; 1 Timoteo 6.12;
Juan 3.18; Mateo 25.46; Romanos 6.23.
4.
Ya que no existe otro camino de salvación que
aquel revelado en el evangelio, y ya que en la forma divinamente establecida y
ordinaria de la gracia, la fe viene por el oir la palabra de Dios, Cristo ha
comisionado a su iglesia a ir por todo el mundo y hacer discipulos en todas las
naciones. Por lo tanto, todos los creyentes están obligados a sostener la
religión cristiana en los lugares donde ya esté establecida, y contribuir con
sus oraciones, dones y esfuerzo personal en la extensión del reino de Cristo
por toda la tierra.
Hechos 4.12;
Mateo 28.19,20; Hechos 1.8; Romanos 10.13-17; Hebreos 10.23-25; Mateo 9.38;
Hechos
16.31; 2 Timoteo 3.15; Juan 5.39; Mateo 24.14; Mateo 13.38; Juan 17.18; Hechos
20.28; 1
Pedro 5.2; Juan 21.15,16; 1 Corintios 3.9; 1 Corintios
11.24; 2 Corintios 1.11; Efesios 6.18,19; Hebreos 13.16; Gálatas 6.6; Mateo
10.8; 2 Corintios 9.7; 2 Timoteo 2.15; Romanos 12.11; Colosenses 3.23,24; Mateo
6.10,13; Apocalipsis 11.15.
Parte 2:
Catecismo
Menor de Westminster
Traducción del documento original de 1647
(sin referencias bíblicas)
64 Pregunta 1:
¿Cuál es el fin principal del hombre?
El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de
El para siempre.
1.
1 Corintios
10.31
2.
Salmos 73.25
Pregunta 2: ¿Que regla ha dado Dios para enseñarnos como podemos
glorificarle y gozar de Él?
La Palabra de Dios contenida en las Escrituras del Antiguo
y Nuevo Testamento, es la única regla para enseñarnos cómo podemos glorificarle
y gozar de Él.
1. Efesios 2.20
2. 1 Juan 1.3
Pregunta 3: ¿Qué enseñan las Escrituras principalmente?
Las Escrituras enseñan principalmente lo que el hombre debe
creer respecto a Dios, y el deber que Dios requiere del hombre.
1. 2 Timoteo
1.13
Pregunta 4: ¿Qué es Dios?
Dios es un Espíritu, infinito, eterno e inmutable en su
ser, sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad.
1. Juan 4.24
2. Job 11.7
3. Salmos 90.2
4. Santiago 1.17
5. Exodo 3.14
6. Salmos 147.5
7. Apocalipsis 4.8
8. Apocalipsis 15.4
9. Exodo 34.6
Pregunta 5: ¿Hay más de un Dios?
No hay sino uno solo, el Dios vivo y verdadero.
1. Deuteronomio 6.4
2. Jeremías 10.10
Pregunta 6: ¿Cuantas Personas hay en la Divinidad?
En la Divinidad hay tres Personas; el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo, y estas tres son un solo Dios, de una misma sustancia, iguales
en poder y gloria.
1. Mateo 28.19
2. 1 Juan 5.7
Pregunta 7: ¿Qué son los decretos de Dios?
Los decretos de Dios son su propósito eterno, según el
consejo de su voluntad por cuya virtud y para su propia gloria, Él ha
preordenado cuanto acontece.
1. Efesios
1.11
Pregunta 8: ¿Cómo ejecuta Dios sus decretos?
Dios ejecuta sus decretos en las obras de creación y
providencia.
1. Apocalipsis 4.11
2. Daniel 4.35
Pregunta 9: ¿Qué es la obra de la creación?
La obra de la creación consiste en que Dios hizo todas las
cosas de la nada, por la palabra de su poder, en el espacio de seis días y
todas muy buenas.
1. Génesis 1.1
2. Hebreos 11.3
3. Génesis 1.31
Pregunta 10: ¿Cómo creó Dios al ser humano?
Dios creó al ser humano hombre y mujer, según su propia
imagen, en conocimiento, justicia y santidad, con dominio sobre las criaturas.
1. Génesis 1.27
2. Colosenses 3.10
3. Génesis 1.28
Pregunta 11: ¿Qué son las obras de providencia de Dios?
Las obras de providencia de Dios son aquellas con las que
de manera santa, sabia y poderosa, preserva y gobierna todas sus criaturas, y
todas las acciones de éstas.
1. Salmos 145.17
2. Isaías 28.29
3. Hebreos 1.3
4. Salmos 103.19
Pregunta 12: ¿Qué acto particular de providencia ejecutó Dios respecto
del hombre, en el estado en que éste fue creado?
Cuando Dios hubo creado al hombre, hizo con él un pacto de
vida bajo condición de perfecta obediencia, prohibiéndole comer del árbol del
conocimiento del bien y del mal, bajo pena de muerte.
1. Gálatas 3.12
2. Génesis 2.17
Pregunta 13: ¿Permanecieron nuestros primeros padres en el estado en
que fueron creados?
Nuestros primeros padres, dejados a su libre albedrío,
cayeron del estado en que fueron creados, pecando contra Dios.
1.
Eclesiastés 7.29; Romanos 5.12; Génesis 3.6
Pregunta 14: ¿Qué es el pecado?
El pecado es cualquier falta de conformidad a la Ley de
Dios, o la transgresión de la misma.
1. 1 Juan
3.4; Romanos 4.15; Santiago 2.10
Pregunta 15: ¿Cuál fue el pecado por el cual nuestros primeros padres
cayeron del estado en que fueron creados?
El pecado por el cual nuestros primeros padres cayeron del
estado en que fueron creados fue el de comer del fruto prohibido.
1. Génesis
3.6
Pregunta 16: ¿Cayó toda la humanidad en la primera transgresión de
Adán?
Habiéndose establecido el pacto con Adán, no sólo para él
mismo, sino también para su posteridad; toda la humanidad, descendiendo de él
por generación ordinaria, pecó en él, y cayó con él, en su primera
transgresión.
1. Génesis 1.28; Génesis 2.16,17
2. Romanos 5.18
Pregunta 17: ¿A
qué estado condujo la caída de la humanidad? La caída condujo a la
humanidad a un estado de pecado y miseria.
1. Romanos
5.12
Pregunta 18: ¿En qué consiste la pecaminosidad del estado en el cual
cayó el hombre?
La pecaminosidad de ese estado en el cual cayó el hombre,
consiste en la culpa del primer pecado de Adán, la carencia de justicia
original, y la corrupción de toda su naturaleza, que comúnmente se llama Pecado
Original, junto con todas las transgresiones actuales que proceden de él.
1. Romanos 5.19
2. Romanos 3.10
3. Efesios 2.1; Salmos 51.5
4. Mateo 15.19,20
Pregunta 19: ¿En qué consiste la miseria del estado en que cayó el
hombre?
Toda la humanidad perdió, por su caída, la comunión con
Dios, está bajo su ira y maldición, y expuesto a todas las miserias en esta
vida, a la muerte misma, y a los sufrimientos del infierno para siempre.
1. Génesis 3.8,24
2. Efesios 2.3; Gálatas 3.10
3. Romanos 6.23; Mateo 25.41
Pregunta 20: ¿Dejó Dios perecer a toda la humanidad en su estado de
pecado y miseria?
Habiendo Dios elegido desde el principio, porque así le
agradó, a algunos para vida eterna, estableció un pacto de gracia, para
librarles del estado de pecado y miseria, y llevarles al estado de salvación
por medio de un Redentor.
1. Efesios 1.4
2. Romanos 3.21,22
Pregunta 21: ¿Quién es el Redentor de los elegidos de Dios?
El único Redentor de los elegidos es el Señor Jesucristo,
quien siendo el Hijo eterno de Dios, se hizo hombre, y así fue y continúa
siendo, Dios y hombre en dos naturalezas distintas, y una Persona, para
siempre.
1. 1 Timoteo 2.5
2. Juan 1.14
3. Romanos 9.5
4. Hebreos 7.25
Pregunta 22: ¿Como se hizo Cristo hombre, siendo el Hijo de Dios?
Cristo, el Hijo de Dios, se hizo hombre, tomando para sí
mismo un cuerpo verdadero y un alma racional, siendo concebido por el poder del
Espíritu Santo, en el vientre de la virgen María, y nacido de ella, aunque sin
pecado.
1. Hechos 2.14
2. Mateo 26.38
3. Lucas 1.31,35
4. Hebreos 7.26
Pregunta 23: ¿Qué oficios realiza Cristo como Redentor nuestro?
Cristo, en cuanto Redentor nuestro, realiza los oficios de
Profeta, de Sacerdote y de Rey, tanto en
su estado de humillación como de exaltación.
1. Hechos 3.22
2. Hebreos 5.6
3. Salmos 2.6
Pregunta 24: ¿Cómo realiza Cristo el oficio de Profeta?
Cristo realiza el oficio de Profeta al revelarnos, por su
palabra y Espíritu, la voluntad de Dios para nuestra salvación.
1. Juan 1.18
2. Juan 20.31
3. Juan 14.26
Pregunta 25: ¿Cómo realiza Cristo el oficio de Sacerdote?
Cristo realiza el oficio de Sacerdote al ofrecerse una
sola vez como sacrificio para satisfacer
la justicia divina, y reconciliarnos con Dios, y al hacer continua intercesión
por nosotros.
1. Hebreos 9.28
2. Hebreos 2.17
3. Hebreos 7.25
Pregunta 26: ¿Cómo realiza Cristo el oficio de Rey?
Cristo realiza el oficio de Rey al someternos a Él mismo,
rigiéndonos y defendiéndonos, y refrenando y venciendo a todos los enemigos,
suyos y nuestros.
1. Salmos 110.3
2. Isaías 33.22
3. 1 Corintios 15.25
Pregunta 27: ¿En qué consistió la humillación de Cristo?
La humillación de Cristo consistió en haber nacido, y esto,
en una baja condición sujeto a la ley, sufriendo las miserias de esta vida, la
ira de Dios, y la muerte maldita de la cruz; en haber sido sepultado y en haber
permanecido bajo el dominio de la muerte por algún tiempo.
1. Lucas 2.7
2. Gálatas 4.4
3. Isaías 53.3
4. Mateo 27.46
5. Filipenses 2.8
6. Mateo 12.40
Pregunta 28: ¿En qué consiste la exaltación de Cristo?
La exaltación de Cristo consiste en su reurrección de
los muertos al tercer día, en su ascensión al cielo, en estar sentado a la
diestra de Dios Padre, y en venir para juzgar al mundo, el último dia.
1. 1 Corintios 15.4
2. Marcos 16.19
3. Hechos 17.31
Pregunta 29: ¿Cómo somos hechos partícipes de la redención comprada por
Cristo?
Somos hechos partícipes de la redención comprada por
Cristo, mediante la aplicación eficaz que de ella nos hace el Espíritu Santo.
1. Juan 1.12
2. Tito 3.5
Pregunta 30: ¿Cómo nos aplica el Espíritu Santo la redención comprada
por Cristo?
El Espiritu Santo nos aplica la redención comprada por
Cristo, obrando fe en nosotros, y uniéndonos así a Cristo mediante el
llamamiento eficaz.
1. Efesios 2.8
2. Efesios 3.17; 1 Corintios 1.9
Pregunta 31: ¿Qué es el llamamiento eficaz?
El llamamiento eficaz es la obra del Espiritu de Dios,
mediante el cual, convenciéndonos de nuestro pecado y miseria, ilumina nuestras
mentes con el conocimiento de Cristo, y renovando nuestra voluntad, nos
persuade y nos capacita para abrazar a Jesucristo, quien nos es ofrecido
gratuitamente en el evangelio.
1. 2 Timoteo 1.9
2. Hechos 2.37
3. Hechos 26.18
4. Ezequiel 36.26
5. Juan 6.44
Pregunta 32: ¿De qué beneficios participan en esta vida los que son
eficazmente llamados?
Los que son eficazmente llamados participan en esta vida de
la justificación, de la adopción, de la santificación y de los muchos
beneficios que en esta vida acompañan o se derivan de todos ellos.
1. Romanos 8.30
2. Efesios 1.5
3. 1 Corintios 1.30
Pregunta 33: ¿Qué es la justificación?
La justificación es un acto de la libre gracia de Dios,
mediante la cual Él perdona todos nuestros pecados, y nos acepta como justos
ante sus ojos, únicamente en virtud de la justicia de Cristo que nos es
imputada, y que recibimos por la fe únicamente.
1. Efesios 1.7
2. 2 Corintios 5.21
3. Romanos 5.19
4. Gálatas 2.16
Pregunta 34: ¿Qué es la adopción?
La adopción es un acto de la libre gracia de Dios, por la
cual somos recibidos en el número de los hijos de Dios, y tenemos el derecho a
todos los privilegios de los hijos de Dios.
1. 1 Juan 3.1
2. Juan 1.12
Pregunta 35: ¿Qué es la santificación?
La santificación es la obra de la libre gracia de Dios,
mediante la cual todo el ser humano es renovado según la imagen de Dios, y es
capacitado para morir más y más al pecado, y vivir para la justicia.
1. 2 Tesalonicenses 2.13
2. Efesios 4.24
3. Romanos 8.21
Pregunta 36: ¿Cuales son los beneficios que en esta vida acompañan o se
derivan de la justificación, la adopción y la santificación?
Los beneficios que en esta vida acompañan o se derivan de
la justificación, la adopción y la santificación, son: seguridad del amor de
Dios, paz de conciencia, gozo en el Espíritu Santo, crecimiento de la gracia, y
perseverancia en ella hasta el fin.
1. Romanos 5.1,2,5
2. Proverbios 4.18
3. 1 Juan 5.13
Pregunta 37: ¿Cuáles
beneficios reciben de Cristo los creyentes al morir? Al morir, las almas de
los creyentes son hechas perfectas en santidad, y pasan inmediatamente a la
gloria; y sus cuerpos, estando todavía unidos a Cristo, efectivamente reposan
en sus sepulcros hasta la resurrección.
1. Hebreos 12.23
2. Filipenses 1.23
3. 1 Tesalonicenses 4.14
4. Isaías 57.2
5. Job 19.26
Pregunta 38: ¿Cuáles beneficios reciben de Cristo los creyentes en la
resurrección?
Los creyentes, levantándose en gloria en la resurrección,
serán públicamente reconocidos, y absueltos en el día del juicio, y serán perfectamente bendecidos en el pleno goce de
Dios para toda la eternidad.
1. 1 Corintios 15.43
2. Mateo 10.32
3. 1 Juan 3.2
4. 1 Tesalonicenses 4.17
Pregunta 39: ¿Cuál es el deber que Dios requiere del hombre?
El deber que Dios requiere del hombre es la obediencia a su
voluntad revelada.
1. Miqueas
6.8
Pregunta 40: ¿Qué reveló Dios primero al hombre como regla para su
obediencia?
La regla que Dios reveló primero al hombre para su
obediencia fue la ley moral.
1. Romanos
2.14
Pregunta 41:
¿Donde se encuentra resumida la ley moral? La ley moral se encuentra
resumida en los diez mandamientos.
1. Daniel
10.4
Pregunta 42: ¿Cuál es el resumen de los diez mandamientos?
El resumen de los diez mandamientos es: Amar al Señor
nuestro Dios con todo nuestro corazón, con todo nuestro ser, con todas nuestras
fuerzas y con toda nuestra mente; y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
1. Mateo
22.37
Pregunta 43: ¿Cuál es el prefacio de los diez mandamientos?
El prefacio de los diez mandamientos es: ¨Yo soy el Señor
tu Dios. Yo te saqué de
Egipto, del país donde eras esclavo.¨
1. Exodo
22.2
Pregunta 44: ¿Qué nos enseña el prefacio de los diez mandamientos?
El prefacio de los diez mandamientos nos enseña que, por
cuanto Dios es el Señor, y nuestro Dios y Redentor, estamos por lo tanto
obligados a guardar todos sus mandamientos.
1.
Deuteronomio 11.1; Lucas 1.74,75
Pregunta 45: ¿Cuál es el primer mandamiento?
El primer mandamiento es: ¨No tengas otros dioses además de
mí.¨
1. Exodo
20.3
Pregunta 46: ¿Qué se ordena en el primer mandamiento?
El primer mandamiento nos ordena que conozcamos y
reconozcamos a Dios como único y verdadero Dios, y que en consecuencia le
adoremos y glorifiquemos.
1. 1 Cronicas 28.9
2. Deuteronomio 26.17
3. Mateo 4.10
Pregunta 47: ¿Qué se prohíbe en el primer mandamiento?
El primer mandamiento nos prohíbe que le neguemos, o que no
adoremos y glorifiquemos al verdadero Dios como Dios, y Dios nuestro; o que le
demos a cualquier otro ser la adoración y la gloria que a Él unicamente son
debidas.
1. Salmos 14.1
2. Romanos 1.20,21
3. Salmos 81.11
4. Romanos 1.25
Pregunta 48: ¿Qué cosa especial se nos enseña con las palabras ¨además
de mí¨ en el primer mandamiento?
Las palabras ¨además de mi¨ en el primer mandamiento nos
enseñan que Dios, que todo lo ve, percibe y se desagrada del pecado de tener
cualquier otro Dios.
1. Salmos
44.20
Pregunta 49: ¿Cuál es el segundo mandamiento?
El segundo mandamiento es: ¨No te hagas ningún idolo, ni
nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay
abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te
inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios
celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta
la tercera y cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis
mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones.¨
1. Exodo
20.4-6
Pregunta 50: ¿Qué se ordena en el segundo mandamiento?
En el segundo mandamiento se ordena que recibamos,
observemos y guardemos puros y completos, todos los actos de culto religioso y
las ordenanzas que Dios ha establecido en su palabra.
1. Deuteronomio 32.46; Mateo 28.20
2. Deuteronomio 12.32
Pregunta 51: ¿Qué se prohíbe en el segundo mandamiento?
El segundo mandamiento prohíbe que rindamos culto a Dios
por medio de imágenes o por cualquier otro medio que no esté establecido por su
palabra.
1. Deuteronomio 4.15,16
2. Colosenses 2.18
Pregunta 52: ¿Cuales son las razones que acompañan al segundo
mandamiento?
Las razones que acompañan al segundo mandamiento son, la
soberanía de Dios sobre nosotros, su dominio sobre nosotros, y el celo que Él
tiene por su propio culto.
1. Salmos 95.2,3
2. Salmos 45.11
3. Exodo 34.14
Pregunta 53: ¿Cuál es el tercer mandamiento?
El tercer mandamiento es: ¨No pronuncies el nombre del
Señor tu Dios a la ligera. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se
atreva a pronunciar mi nombre a la ligera.¨
1. Exodo
20.7
Pregunta 54: ¿Qué se ordena en el tercer mandamiento?
El tercer mandamiento ordena el uso santo y reverente de
los nombres, títulos, atributos, ordenanzas, palabra y obras de Dios.
1. Salmos 29.2
2. Apocalipsis 15.3
3. Eclesiastés 5.1
4. Salmos 138.2
5. Job 36.24
Pregunta 55: ¿Qué prohíbe el tercer mandamiento?
El tercer mandamiento prohíbe toda profanación o abuso de
cualquier cosa por la cual Dios se da a conocer.
1. Malaquías
2.2
Pregunta 56: ¿Cuál
es la razón que acompaña al tercer mandamiento? La razón que acompaña al
tercer mandamiento es, que por más que eviten los infractores de este
mandamiento el castigo humano, el Señor nuestro Dios no les dejará escapar de
su justo juicio.
1.
Deuteronomio 28.58
Pregunta 57: ¿Cuál es el cuarto mandamiento?
El cuarto mandamiento es: ¨Acuérdate del sábado, para
consagrarlo. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer,
pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No
hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclava,
ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades.
Acuérdate
de que en seis dias hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo
que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y
consagró el día de reposo.¨
1. Exodo
20.8-11
Pregunta 58: ¿Qué ordena el cuarto mandamiento?
El cuarto mandamiento ordena que consagremos para Dios los
tiempos que Él ha señalado en su palabra; y especialmente un día completo de
cada siete, como reposo santificado para Él.
1. Levítico
19.30
Pregunta 59: ¿Qué día de los siete ha señalado Dios para el reposo
semanal?
Desde la creación del mundo hasta la resurrección de
Cristo, Dios señaló el séptimo día de la semana para ser el reposo semanal; y a
partir de entonces el primer día de la semana, para continuar así hasta el fin
del mundo, siendo éste el día de reposo cristiano.
1. Génesis 2.3
2. Hechos 20.7
Pregunta 60: ¿Como ha de santificarse el día de reposo?
El día de reposo se ha de santificar mediante un reposo
santo todo ese día, absteniéndose incluso de aquellos trabajos o distracciones
mundanales que son lícitos en los demás días; y ocupando todo el tiempo en los
ejercicios públicos y privados del culto a Dios, excepto los que se deban
emplear en las obras de necesidad y misericordia.
1. Levíticos 23.3
2. Salmos 92.1 3. Mateo 12.11
Pregunta 61: ¿Qué se prohíbe en el cuarto mandamiento?
El cuarto mandamiento prohíbe la omisión o cumplimiento
negligente de los deberes requeridos, y la profanación del día por la
ociosidad, o el hacer aquello que es en sí mismo pecaminoso, o mediante
pensamientos, palabra u obras innecesarias, en relación con nuestras
ocupaciones o distracciones mundanales.
1. Malaquías 1.13
2. Ezequiel 23.38
3. Isaías 58.13
Pregunta 62: ¿Qué razones acompañan al cuarto mandamiento?
Las razones que acompañan al cuarto mandamiento son: que
Dios nos ha concedido seis días de la semana para nuestra ocupaciones; que El
reclama una especial propiedad del séptimo día; su propio ejemplo y su
bendición en el día de reposo.
1. Exodo 31.15
2. Levítico 23.3
3. Exodo 31.17
4. Génesis 2.3
Pregunta 63: ¿Cuál es el quinto mandamiento?
El quinto mandamiento es: ¨Honra a tu padre y a tu madre,
para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.¨
1. Exodo
20.12
Pregunta 64: ¿Qué se ordena en el quinto mandamiento?
El quinto mandamiento ordena que rindamos el debido honor y
cumplamos con nuestras obligaciones para con toda persona en su respectivo
puesto o relación, como superior, inferior o igual.
1. Efesios 5.21; Efesios 6.1; Romanos 13.1
2. Efesios 6.9
3. Romanos 12.10
Pregunta 65: ¿Qué se prohíbe en el quinto mandamiento?
El quinto mandamiento prohíbe que descuidemos o hagamos
cualquier cosa contra el honor y el respeto que corresponde a toda persona en
sus diversos puestos o relaciones que ocupan.
1. Romanos
13.7
Pregunta 66: ¿Cuál
es la razón que acompaña al quinto mandamiento? La razón que acompaña al
quinto mandamiento es la promesa de larga vida y prosperidad (en cuanto sirva
para la gloria de Dios y para el bien propio) a todos los que guardan este
mandamiento.
1. Efesios
6.2
Pregunta 67: ¿Cuál es el sexto mandamiento?
El sexto mandamiento es: ¨No mates¨.
Exodo 20.13
Pregunta 68: ¿Qué se ordena en el sexto mandamiento?
El sexto mandamiento ordena que hagamos todos los esfuerzos
lícitos para preservar nuestra vida, y la vida de los demás.
1. Efesios 5.28,29
2. Salmos 82.3,4; Job 29.13
Pregunta 69: ¿Qué se prohíbe en el sexto mandamiento?
El sexto mandamiento prohíbe el destruir nuestra propia
vida, o el quitar injustamente la de nuestro prójimo, así como también todo lo
que tiende a este resultado.
1. Hechos 16.28
2. Génesis 9.6
3. Proverbios 24.11
Pregunta 70: ¿Cuál es el séptimo mandamiento?
El séptimo mandamiento es: ¨No cometas adulterio.¨
1. Exodo
20.14
Pregunta 71: ¿Qué se ordena en el séptimo mandamiento?
El séptimo mandamiento ordena que preservemos nuestra
propia castidad y la de nuestro prójimo, en corazón, palabra y conducta.
1. 1 Tesalonicenses 4.4
2. Efesios 5.11,12
3. 2 Timoteo 2.22
4. Colosenses 4.6
5. 1 Pedro 3.2
Pregunta 72: ¿Qué se prohíbe en el séptimo mandamiento?
El séptimo mandamiento prohíbe todo pensamiento, palabra o
acción deshonesta.
1. Mateo 5.28
2. Efesios 5.4
3. Efesios 5.3
Pregunta 73: ¿Cuál es el octavo mandamiento?
El octavo mandamiento es: ¨No robes.¨
1. Exodo
20.15
Pregunta 74: ¿Qué se ordena en el octavo mandamiento?
El octavo mandamiento ordena que procuremos y promovamos
por todo medio legítimo la prosperidad y bienestar de nosotros mismos y de los
demás.
1. Romanos 12.17; Proverbios 27.23
2. Levítico 25.35; Filipenses 2.4
Pregunta 75: ¿Qué se prohíbe en el octavo mandamiento?
El octavo mandamiento prohíbe todo lo que impide o que
podría impedir injustamente la prosperidad y bienestar de nosotros mismos o de
nuestro prójimo.
1. 1 Timoteo 5.8
2. Proverbios 28.19; Proverbios 21.6; Job 20.19,20
Pregunta 76: ¿Cuál es el noveno mandamiento?
El noveno mandamiento es: ¨No des falso testimonio en
contra de tu prójimo.¨
1. Exodo
20.16
Pregunta 77: ¿Qué se ordena en el noveno mandamiento?
El noveno mandamiento ordena que sostengamos y promovamos
la verdad entre los seres humanos, así como también nuestro buen nombre y el de
nuestro prójimo, especialmente al dar testimonio.
1. Zacarías 8.16
2. 1 Pedro 3.16
3. 3 Juan 12
4. Proverbios 14.5,25
Pregunta 78: ¿Qué se prohíbe en el noveno mandamiento?
El noveno mandamiento prohíbe todo lo que es perjudicial a
la verdad o es injurioso para el buen nombre, propio o el de nuestro prójimo.
1. Romanos 3.13
2. Job 27.5
3. Salmos 15.3
Pregunta 79: ¿Cuál es el décimo mandamiento?
El décimo mandamiento es: ¨No codicies la casa de tu
prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su
burro, ni nada que le pertenezca.¨
1. Exodo
20.17
Pregunta 80: ¿Qué se ordena en el décimo mandamiento?
El décimo mandamiento ordena el pleno contentamiento con
nuestra propia condición, con una actitud espiritual justa y tolerante hacia
nuestro prójimo y todo lo que le pertenece.
1. Hebreos 13.5; 1 Timoteo 6.6
2. Job 31.29; Romanos 12.15; 1 Timoteo 1.5; 1 Corintios
13.4-7
Pregunta 81: ¿Qué se prohíbe en el décimo mandamiento?
El décimo mandamiento prohíbe todo descontento con nuestra
situación, envidiando o lamentando el bienestar de nuestro prójimo, y todo
deseo o inclinación desordenada hacia cualquier cosa de su pertenencia.
1. Corintios 10.10
2. Gálatas 5.26
3. Colosenses 3.5
Pregunta 82: ¿Puede algún ser humano guardar perfectamente los
mandamientos de Dios?
Desde la caída ni un solo ser humano es capaz de guardar
perfectamente en esta vida los mandamientos de Dios, sino que los quebranta
diariamente en pensamiento, palabra y obra.
1. Eclesiastés 7.20
2. Genesis 8.21
3. Santiago 3.8
4. Santiago 3.2
Pregunta 83: ¿Son
todas las transgresiones de la ley igualmente detestables? Algunos pecados,
en sí mismos, y por razón de diversos agravantes, son más detestables a la
vista de Dios que otros.
1. Juan
19.11
Pregunta 84: ¿Qué es lo que todo pecado merece?
Todo pecado merece la ira y la maldición de Dios, tanto en
esta vida como en la por venir.
1. Gálatas
3.10; Mateo 25.31
Pregunta 85: ¿Qué requiere Dios de nosotros para que escapemos de su
ira y maldición que merecemos por causa del pecado?
Para escapar de la ira y maldición de Dios que merecemos
por causa del pecado, Dios requiere de nosotros: fe en Jesucristo,
arrepentimiento para vida, con el uso
diligente de todos los medios externos con los cuales Cristo nos comunica los
beneficios de la redención.
1. Hechos 20.21
2. Proverbios 2.1-5
Pregunta 86: ¿Qué es la fe en Jesucristo?
La fe en Jesucristo es una gracia salvadora, por la cual le
recibimos y descansamos únicamente en Él para salvación, según Él nos es
ofrecido en el evangelio.
1. Hebreos 10.39
2. Juan 1.12
3. Filipenses 3.9
4. Isaías 33.22
Pregunta 87: ¿Qué es el arrepentimiento para vida?
El arrepentimiento para vida es una gracia salvadora, por
la cual un pecador, con un verdadero sentimiento de su pecado, y comprendiendo
la misericordia de Dios en Cristo, con dolor y aborrecimiento de su pecado, se
aparta del mismo para ir a Dios, con pleno propósito y esfuerzo para una nueva
obediencia.
1. Hechos 11.18
2. Hechos 2.37
3. Salmos 119.59
4. Jeremías 31.18
5. Salmos 119.59
Pregunta 88: ¿Cuáles son los medios externos por los cuales Cristo nos
comunica los beneficios de la redención?
Los medios externos y ordinarios por los cuales Cristo nos
comunica los beneficios de la redención, son sus ordenanzas, especialmente la
Palabra, los sacramentos y la oración; todos los cuales son hechos eficaces
para los elegidos para salvación.
1. Hechos
2.41,42
Pregunta 89: ¿Cómo se hace la Palabra eficaz para salvación?
El Espíritu de Dios hace que la lectura, y especialmente la
predicación de la palabra, sea un medio eficaz para convencer y convertir a los
pecadores, y para edificarlos en santidad y consuelo, por medio de la fe, para
salvación.
1. Salmos 19.7
2. 1 Tesalonicenses 1.6
3. Romanos 1.16
Pregunta 90: ¿Cómo se debe leer y escuchar la Palabra para que sea
eficaz para salvación?
Para que la Palabra sea eficaz para salvación, debemos
atender a ella con diligencia, preparación, y oración; recibirla con fe y amor,
aplicarla a nuestro corazón, y practicarla en nuestra vida.
1. Proverbios 8.34
2. 1 Pedro 2.1
3. Salmos 119.18
4. Hebreos 4.2
5. 2 Tesalonicenses 2.10
6. Salmos 119.11
7. Santiago 1.25
Pregunta 91: ¿Cómo llegan a ser los sacramentos medios eficaces de
salvación?
Los sacramentos llegan a ser medios eficaces de salvación,
no por alguna virtud que haya en ellos, o en aquel que los administra, sino
sólo por la bendición de Cristo, y la obra de su Espíritu en aquellos que por
la fe los reciben.
1. 1 Corintios 3.7
2. 1 Pedro 3.21
Pregunta 92: ¿Qué es un sacramento?
Un sacramento es una ordenanza santa instituida por Cristo,
en la cual, mediante signos sensibles, Cristo, y los beneficios del nuevo
pacto, están representados, sellados y aplicados a los creyentes.
1. Genesis 17.10
2. Romanos 4.11
Pregunta 93: ¿Cuáles son los sacramentos del Nuevo Testamento?
Los sacramentos del Nuevo Testamento son el Bautismo y la
Cena del Señor.
1. Marcos 16.16
2. 1 Corintios 11.23
Pregunta 94: ¿Qué es el Bautismo?
El Bautismo es un sacramento en el que el lavamiento con
agua en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, significa y sella
nuestra unión con Cristo, y la participación de los beneficios del pacto de
gracia, y nuestro compromiso de pertenecer al Señor.
1. Mateo 28.19
2. Romanos 6.3
Pregunta 95: ¿A quienes debe administrarse el bautismo?
El bautismo no debe administrarse a quienes están fuera de
la iglesia visible, hasta que profesen su fe en Cristo y la obediencia a El;
pero los niños de quienes son miembros de la iglesia visible deben ser
bautizados.
1. Hechos 8.36,37; Hechos 2.38
2. Hechos 2.38,39; Génesis 17.10
Pregunta 96: ¿Qué es la Cena del Señor?
La Cena del Señor es un sacramento en el que, al dar y
recibir pan y vino, según lo establecido por Cristo, su muerte se anuncia; y
quienes los reciben dignamente participan -no de una manera corporal y
carnal- de su cuerpo y sangre, con todos
sus beneficios, para su alimentación espiritual, y su crecimiento en gracia.
1. Lucas 22.19
2. 1 Corintios 10.16
Pregunta 97: ¿Qué se requiere para recibir dignamente la Cena del
Señor?
Se requiere de aquellos que desean participar dignamente de
la Cena del Señor, que se examinen acerca de su conocimiento para discernir el
cuerpo del Señor, acerca de su fe para alimentarse de El, acerca de su
arrepentimiento, amor, y nueva obediencia, no sea que participando
indignamente, coman y beban juicio contra sí mismos.
1. 1 Corintios 11.28,29
2. 2 Corintios 13.5
3. 1 Corintios 11.31
4. 1 Corintios 11.18 5. 1 Corintios 5.8
6. 1 Corintios 11.27
Pregunta 98: ¿Qué es la oración?
La oración es una presentación de nuestros deseos a Dios,
respecto a cosas agradables a su voluntad, en el nombre de Cristo, con
confesión de nuestros pecados, y agradecido reconocimiento de sus
misericordias.
1. Salmos 62.8
2. Romanos 8.27
3. Juan 16.23
4. 1 Corintios 11.18
5. Filipenses 4.6
Pregunta 99: ¿Qué regla ha dado Dios para dirigirnos en la oración?
Toda la palabra de Dios es útil para dirigirnos en la
oración, pero la regla especial para
nuestra dirección es aquella forma de oración que Cristo enseño a sus
discípulos, comúnmente llamada la ¨Oración del Señor¨.
1. Juan 5.14
2. Mateo 6.9
Pregunta 100: ¿Qué nos enseña el prefacio de la ¨Oración del Señor¨?
El prefacio de la ¨Oración del Señor¨, que dice: ¨Padre
nuestro que estás en el cielo¨, nos enseña a acercarnos a Dios con santa
reverencia y confianza, como hijos a un padre, capaz y dispuesto para
ayudarnos, y también nos enseña que debemos orar con otros, y por otros.
1. Isaías 64.9
2. Lucas 11.13
3. Romanos 8.15
4. Efesios 6.18
Pregunta 101: ¿Qué rogamos en la primera petición?
En la primera petición (que es: ¨santificado sea tu
nombre¨) rogamos que Dios nos capacite a nosotros y a otros para glorificarle
en todo aquello en que se nos da a conocer; y que todo lo disponga para su
propia gloria.
1. Salmos 67.1-3
2. Romanos 11.36
Pregunta 102: ¿Qué rogamos en la segunda petición?
En la segunda petición (que es: ¨venga tu reino¨) rogamos
que el reino de Satanás sea destruido, y que el reino de la gracia prospere, y
que nosotros y los demás seamos introducidos y conservados en Él, y que el
reino de la gloria venga pronto.
1. Salmos 68.1
2. Salmos 51.18
3. 2 Tesalonicenses 3.1
4. Apocalipsis 22.20
Pregunta 103: ¿Qué rogamos en la tercera petición?
En la tercera petición (que es: ¨hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo¨) rogamos que Dios, por su gracia, nos haga capaces y
dispuestos para conocer, obedecer y someternos a su voluntad en todas las
cosas, como los ángeles hacen en el cielo.
1. Salmos 119.34-36
2. Hechos 21.14
3. Salmos 103.20
Pregunta 104: ¿Qué rogamos en la cuarta petición?
En la cuarta petición (que es: ¨Danos hoy nuestro pan
cotidiano¨) rogamos que por el don gratuito de Dios recibamos una porción
suficiente de las cosas buenas de esta vida, y que con ellas gocemos de su
bendición.
1. Proverbios 30.8-9
2. Salmos 90.17
Pregunta 105: ¿Qué rogamos en la quinta petición?
En la quinta petición (que es: ¨Perdónanos nuestras deudas,
como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores¨) rogamos que Dios,
por causa de Cristo, perdone gratuitamente todos nuestros pecados; y se nos
estimula esto porque, por su gracia, recibimos un corazón para perdonar a
otros.
1. Salmos 51.1
2. Mateo 6.14
Pregunta 106: ¿Qué rogamos en la sexta petición?
En la sexta petición (que es: ¨Y no nos dejes caer en
tentación, sino líbranos del maligno¨) rogamos que o bien Dios nos libre de ser
tentados para pecar, o que nos ayude y nos libre cuando somos tentados.
1. Mateo 26.41; Salmos 19.13
2. Salmos 51.10
Pregunta 107: ¿Qué
nos enseña la conclusión de la ¨Oración del Señor¨? La conclusión de la
¨Oración del Señor¨ (que es: ¨porque tuyos son el reino y el poder y la gloria
para siempre. Amén¨) nos enseña a recibir sólo de Dios nuestro ánimo para la
oración, y en nuestras oraciones alabarle, y atribuirle el reino, el poder y la
gloria. Y, en testimonio de nuestro deseo, y de la certeza de que seremos
oídos, decimos: Amén.
1. Daniel 9.18,19
2. 1 Cronicas 29.11,13
3. Apocalípsis 22.20
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